Autor: Santiago Nates Sierra.
Mucha es la preparación para los fenómenos climáticos que involucren sequías y falta de agua, poca cuando se habla de lluvias excesivas y mucha agua. Colombia enfrenta uno de los fenómenos naturales más adversos en el último tiempo, la combinación de tiempo y espacio entre el Niño y la Niña abre las puertas a un debate mucho más profundo en Colombia y el mundo:
¿Realmente estamos preparados para todos los retos climáticos que nos presenta la naturaleza últimamente?
El caso de Dubái es uno de advertencia, una zona del desierto con muy poca agua fue azotado por lluvias extremas por mas de 48 horas que inundó por completo una ciudad, altamente preparada para casi todo, lastimosamente no para el agua. El suelo seco, durante muchos meses, generó una solidificación de las partículas del suelo que impidió el correcto drenaje de las gotas de agua en el suelo. Por otra parte, una selva de cemento que no cuenta con vegetación que proteja nada, es muy complicado que sobreviva frente a estas situaciones de la naturaleza.
Sin embargo, el exceso de dinero con el que cuenta el país le ha permitido hacerle frente a la situación. Bustanica es la granja vertical más grande del mundo y es parte de su estrategia alimentaria nacional. “Este plan busca reducir la presión que ejercen los sistemas agrícolas en el medio ambiente, contribuir a combatir el cambio climático a través del reciclaje de agua” (Perez M, 2019. Correo del Golfo). Incluso se conoció la creación de un centro climático especializado que le permite al país generar lluvias artificiales para regar el suelo y evitar el exceso de calor y sequías, pero al parecer el plan no salió como esperaban pues se le acusó compartir culpabilidad de las tormentas extremas que atravesó el país. Para esta ocasión, ni el dinero logró prevenir las millonarias pérdidas y afectación al suelo, entonces qué les esperará a los otros que no tienen los mismos recursos.
¿Y nosotros qué?
Colombia es un país con un clima muy variado y topografía complicada, hay muchas partes que se enfrentan a estos fenómenos casi todo el año. Recientemente, el país sufre una ola de calor que se ha propagado por todo el territorio nacional y se ha extendido desde finales del año pasado, pero lo que más preocupa es que las predicciones meteorológicas pronostican la llegada de fuertes lluvias y precipitaciones en el territorio nacional para lo que resta del año. En un país con las características de este territorio, debería estar invirtiendo fuertemente en medidas de protección y cuidado del recurso, preparación de los bienes públicos para situaciones climáticas adversas y concientización por medio de educación a la población para qué hacer frente alguna situación mencionada anteriormente.
Una ciudad como la capital colombiana no está preparada para una situación climática de esta connotación. «La vegetación descompone las gotas de lluvia de las grandes tormentas eléctricas en gotas más pequeñas. Sin esa protección, las gotas grandes dañan la estructura del suelo, lo que significa que puede infiltrarse incluso menos agua» (BBC News, 2022). Bogotá es una ciudad que abandonó hace mucho sus espacios verdes y gran parte de su vegetación para convertirse en algo similar, pero a menor escala, de Dubái. Entonces, no se entienden los esfuerzos del gobierno a dónde se destinan pues no se ha visto inversión en infraestructura vial y de ciudades para mitigar el impacto ambiental, tampoco trabajo con las comunidades ni entidades administrativas regionales. Y para no ir tan lejos, el casi 60% del territorio nacional que es valles y planicies extensivas, quizás la preocupación no deba estar en las grandes ciudades. Estamos llegando al fondo de un abismo y nosotros solitos nos estamos dejando hundir.
En abril de 2017 sucedió la peor inundación en la historia de Colombia. Mocoa, capital del departamento del Putumayo, se encuentra ubicada en la caída de una montaña y cuenta con una planicie acompañada de ríos. Luego de una sequía extensa, llegaron las lluvias de abril y con ella fuertes inundaciones y deslaves con flujos de lodo. La imagen presentada anteriormente explica muy bien lo sucedido en ese momento. El suelo se encontraba en su punto de solidificación más fuerte y el agua corría montaña abajo hasta llegar a los ríos y pequeños canales, las precipitaciones fueron aumentando y la población no se encontraba preparada para esto. Al final, 1400 personas murieron y 15.500 quedaron damnificados. Lastimosamente, eran barrios de muy escasos recursos y alejados, por lo que el estado no había censado a toda la población, el número de muertos no es exacto hasta este momento y algunos estiman que son 2000 los fallecidos.
Es una reflexión importante que debemos hacer todos, el cambio en el clima es muy notorio y las medidas de protección están siendo un esfuerzo en vano. La población debe estar preparada para el agua, más que para el calor.
Referencias Bibliográficas.
https://www.rtvcnoticias.com/fenomeno-de-el-nino-sector-agro-colombia