El proyecto de esta huerta urbana nació hace 8 años, y la idea se la propuso a María Elena la alcaldía local. Ella vio una oportunidad para conocer más de un tema que siempre le había llamado la atención, el proceder de los alimentos. María Elena es versada en la cocina y esto le ha permitido sacarle un inmenso provecho a su huerta, y fue precisamente desde la cocina donde encontró el primer interés por tener una huerta en su casa. Sin embargo era poco lo que sabía de cultivos y por eso al iniciar nuestra charla me dijo “no le voy a mentir, no engañemos a la gente, al principio todo es difícil.” Su huerta es un reflejo que con dedicación se puede lograr eso que al comenzar nos parece imposible y atemorizante por nunca haberlo intentado antes.
La experimentación ha sido clave en la huerta de María Elena, tanto a nivel de la producción como en el de la transformación de sus productos. En la producción, la asesoría de agrónomos y de internet ha sido importante, pero más que todo ir variando (experimentando) con segmentos de las cosechas y dejar que los resultados indiquen cual es la mejor estrategia para el cultivo. En términos de María Elena, “dejar que las plantas me hablen”. Es en este sentido que ella se dio cuenta que algunas plantas duran más, o se reproducen, si de ellas sólo utiliza ciertas partes, por eso de las lechugas sólo recoge las hojas exteriores y no todo el cogollo. En la transformación María Elena cuenta con la ventaja de ser una experta en cocina y por eso no le tema a innovar con nuevos productos y recetas, lo que le permite aumentar el valor agregado de sus productos y alimentar la variabilidad de su propia mesa. Entre los productos con valor agregado que hace María Elena a partir de su huerta urbana están helados, arequipes y obleas. Adicionalmente, María Elena prueba y cocina partes que no acostumbramos a comer de las plantas, como es el caso de las hojas de las plantas de papa. De estas, antes de sacar el tubérculo, corta las hojas y con ellas hace una crema “deliciosa”, juzgando por los helados, le creo.
La huerta de La Macarena, en pleno centro de Bogotá produce aromáticas, variedades de lechugas, remolacha, acelga, caléndula, cebolla, cebollín, papá sabanera, peruana y criolla, maíz y hasta quínoa y yacón. Esta es sólo una muestra de la gran adaptabilidad de las huertas urbanas.
Felipe Arrázola Martínez
@farrazola