Lo importante ahora es qué hacer para recuperar algo de la moral pública bastante mancillada al ver que las cabezas de un grupo gestor de violencia acendrada durante medio siglo, es acogido por el gobierno propio y el de otros países en estupenda hospitalidad. Forma parte de las nuevas formas de ‘hacer política’.
Se han anunciado toda suerte de ‘ingenierías legales’, otro nombre para la ‘justicia transicional’ que permitirá penas negociadas para que, finalmente, ‘excombatientes’ formen parte de las instituciones políticas del país. De una parte, se crearán nuevas agencias estatales, se me ocurre algo así como un Ministerio de la Reinserción, donde algunos de los ‘excombatientes’ de alto rango puedan derivar algún ingreso digno y eventualmente una pensión.
Me preocupa, sin embargo, el ‘excombatiente’ raso, aquél a quien las cabezas de las FARC le prometieron ingresos jugosos, sin que a la postre los recibieran y sin libertad alguna para dejar el ‘grupo armado fuera de la ley’. De hacerlo hasta ahora, como lo han hecho más de 5000 de ellos, se convierten en ‘objetivo militar’ de sus correligionarios. Luego, en el futuro estado de ‘pos-acuerdo’, y ante la realidad de cárceles sobre pobladas, no tiene sentido detenerlos en esos lugares y, menos, porque no se ‘reinsertaron’ un tiempo anterior al de sus compañeros que sí lo hicieron.
Tampoco tiene sentido que se construyan sitios nuevos de reclusión al estilo de las casas especiales para los Nule, los Moreno y parapolíticos. Ni tampoco que reciban, ahora sí un ingreso, por el solo hecho de reinsertarse y asistir a cursos y tratamientos psicosociales. Eso sí daría al traste con la poca moral pública que ha quedado producto de cuatro años de ‘negociación’ ¿Qué hacer entonces?
En primer lugar, claro que ofrecer un salario justo, pero para labores acordes a sus habilidades. En segundo lugar, ofrecer trabajos que con el tiempo deriven en microempresas para aquellos de espíritu emprendedor. Un ejemplo, adecuando y mejorando las trochas por donde transitaron como ‘combatientes’. Muchos de esas trochas harían excelentes caminos atractivos a eco-turismo nacional y extranjero. Existen grupos de extranjeros y nacionales que disfrutarían recorrer esos caminos. El sostenimiento posterior abre la oportunidad para la creación de microempresas eco-turísticas.
Pero, mejor aún, sería abrir caminos en los Parques Nacionales que, de una parte, revelaran la minería ilegal, y de otra, las rutas del contrabando. De este modo ya podría ejercerse algún control por parte del Estado. El reinsertado que, en verdad quiere regresar a una vida civil, trabajará con ahínco en ello. Y el que no, abandonará la tarea y, por su puesto, pierde su ingreso. La asumiría, entonces, cualquier otro ciudadano, no necesariamente reinsertado, que se le mida al trabajo y derivará el ingreso del que abandonó la tarea. Esta sería la forma de ir recuperando, poco a poco, la moral pública.
Esto será bastante menos oneroso y más efectivo para recuperar a los ‘excombatientes rasos’, que todos los programas de conversión psicosocial. Personas que por ignorancia, resentimiento, pobreza, romanticismo político, voluntaria o forzadamente, ingresaron a las ‘filas’, lo primero que necesitan es un trabajo y un salario justo. Es el modo, en el trabajo, en la práctica, en que la persona va forjando una nueva identidad ciudadana.
¿O será que, en su lugar, deberemos duplicar y hasta triplicar los ‘ejércitos’ de guardaespaldas de todos los funcionarios públicos que hoy los tienen, para proteger ahora a todos los reinsertados? ¿No han sido éstos la causa y justificación de aquéllos ‘ejércitos’? La desaparición de todo ese andamiaje de seguridad sería el único indicador real que la tan ansiada ‘paz’ en verdad llegó. Lo contrario, en cambio, es la renegociación entre élites. La una, por fin, dando ahora participación de los recursos públicos a la otra.
Referencias:
Imagen Principal de Vanguardia.com Disponible en
http://www.vanguardia.com/santander/floridablanca/211614-ciudadanos-crearan-grupo-de-caminantes