Este modelo deseoso de mantener las expectativas de un consumidor motivado por precios atractivos, tiene efectos colaterales inintencionados a lo largo de la economía de la comida. Especulemos por un momento en los efectos de la entrada de un gigante como Carrefour en Colombia.
Existe casi un número sin fin de ejemplos por los cuales los distribuidores de alimentos se orientan a aumentar su productividad, eficiencia y mantener bajos precios diariamente. Este modelo deseoso de mantener las expectativas de un consumidor motivado por precios atractivos, tiene efectos colaterales inintencionados a lo largo de la economía de la comida. Especulemos por un momento en los efectos de la entrada de un gigante como Carrefour en Colombia.
Así como las empresas procesadoras de alimentos se vieron forzadas a migrar de los saturados mercados occidentales, así lo debieron hacer las masivas empresas de distribución quienes han debido cazar agresivamente oportunidades en países en vía de desarrollo. Con un crecimiento de la clase media, estos gigantes ven circunstancias beneficiosas, en una población con un ingreso en aumento y una vida laboral cada vez más ocupada, para instalar una cultura de supermercado. Investigaciones muestran que tales culturas pueden prosperar cuando los ingresos anuales per cápita alcanzan los USD $6000[1], lo cual sugiere que hay un potencial de 45 millones de consumidores de compradores de bienes empacados en México, 100 millones en India, y unos 10 millones de personas en Colombia[2]. Wal-Mart por ejemplo, está desarrollándose fuertemente en México (donde se abrieron 120 nuevas tiendas en 2006) y en nuestro país, Carrefour tiene hoy 74 tiendas.
Para más información:
http://francia.org.co/spip.php?article248
Típicamente, la llegada de una gran cadena de distribución como Carrefour en un país en vía de desarrollo marca el final de la evolución de la cadenas al por menor que comenzaron con pequeños supermercados nacionales, y terminan comprados por una cadena multinacional. Pensemos que hoy el mercado colombiano lo lideran dos grandes inversionistas franceses. Un ejemplo de ello son las marcas Cafam, Carulla, Pomona y Éxito, hoy manejadas por el grupo Casino, principal rival de Carrefour. Las prácticas de estos gigantes de la distribución estremecen la cadena local de suministro y sus proveedores, cuyas operaciones y prácticas se hallan por debajo de los estándares occidentales. Los productores locales de verduras, frutas, carne y productos lácteos que deseen volverse los proveedores favoritos para los nuevos supermercados de alta gama, deben abandonar sus prácticas tradicionales y horarios por un modelo occidental orientado al consumidor. Para ello deben comprometerse por ejemplo, a mayores volúmenes y a entregar un producto 7 días a la semana, esto combinado con una menor rotación de cartera. Mientras que los almacenes tradicionales toleraban inconsistencias en la calidad o entregas tardías, los nuevos supermercados simplemente rechazan actores que son de bajo rendimiento limitándose así para su mayor comodidad a lidiar con número menor de proveedores. En respuesta, los agricultores luchan para mejorar sus sistemas de producción y se concentran en la producción de uno o dos cultivos para mejorar la calidad y consistencia del producto. Para saciar la demanda en precio de los distribuidores, amplían sus operaciones para así distribuir sus costos sobre la mayor cantidad de unidades posibles.
La otra cara de la moneda de la implantación de este modelo es la de una seria deslocalización. En muchos mercados de distribución al por menor en evolución, la nueva instauración de una rigurosa disciplina (combinada con la práctica occidental de alargar los pagos a proveedores hasta 90 días) elimina de la cadena de suministro a miles de granjas pequeñas y menos eficientes –se trata de una transformación peligrosa, ya que la agricultura representa un 12% en la economía colombiana[3]-. Dicha tendencia puede volver a la industria mucho más eficiente y satisfacer a un punado de consumidores que se benefician por la guerra de precios que los distribuidores establecen a diario. Si se tiene en cuenta que en nuestros países, la seguridad alimentaria se enfrenta a obstáculos mayores como: la falta de infraestructura vial, centros de acopio, vías férreas y otras infraestructuras para distribuir comida a todos los consumidores que la necesitan, entonces la constante pérdida de pequeñas fincas muy dispersadas puede ser un paso ominosamente prematuro.
Hablemos de la política de empleo de muchos de estos grupos. Wal-Mart ha logrado exitosamente apretar la cadena de suministro con tal fuerza, por su alto poder de compra, o indirectamente, forzando a sus rivales a volverse similarmente agresivos- desde 1985 este distribuidor ha estado disminuyendo precios de la venta al por menor norteamericano con una impresionante disminución de 9.1%. Pero muy pocas veces conocemos la otra mitad de las impresionantes estadísticas de competitividad de Wal-Mart, en gran parte esta caída de precios viene del éxito de disminuir costos laborales, que acorde a un estudio de la universidad de Berkeley disminuye los salarios de ese país en 2.2% durante el mismo periodo[4]. Es una de las paradojas de la forma de empleo de las compañías del sector de los servicios, entre mayor sea su rol en el paisaje laboral, mas sosegadas se vuelven en proporcionar seguridad laboral.
Para más información:
http://laborcenter.berkeley.edu/retail/bigbox_livingwage_policies11.pdf
Así como el benchmarking es una realidad en la mayoría de las industrias, pensemos en qué efectos similares podrían suceder en nuestro país. Aunque se habla de los miles de empleos creados por esta multinacional y la revolución de nuestra concepción de la canasta familiar-una en la cual ahora podemos agregar más carne, un vino chileno y algún caramelo importado-, no olvidemos que el interés de Carrefour antes de proveer tal calidad a sus consumidores es canalizar esta satisfacción para favorecer sus propias ganancias.
http://elespectador.com/impreso/negocios/articulo-274446-empleados-muy-felices
Nos encontramos en un momento de prueba y error en la cadena de suministro global, y Colombia debe tener en cuenta aquellos fracasos, muchas veces menos mediatizados, de tanto productores como distribuidores de alimentos para poner en marcha una legislación y regulación que realmente capture la riqueza de la inversión extranjera. El gobierno debe presionar la cadena de suministro y así mantener un equilibrio de poderes, y pensar en que no podemos saltarnos una etapa en la evolución hacia el desarrollo –frase que se ha vuelto dicho popular en nuestro país-.
[1]J. Kinsey, Emerging Research and Policy Issues for a sustainable Global Food Network, The Food Industry Center, University of Minnesota, Julio 2005.
[2] Ospina, Raúl Alameda, Sistema Socioeconómico y modelo de Desarrollo, La pirámide social colombiana, Ensayo
de aproximación, pág. 63
[3] Página de Internet de la FAO, consultada el 29 de Junio de 2011, en http://www.fao.org/countries/55528/es/col/
[4] Dube, Arindrajit, Firm entry and wages : Impact of Wal-Mart growth on earnings throughout the retail sector (2007), Universidad de California, Berkeley, consultada el 02 de Julio de 2011 en http://escholarship.org/uc/item/22s5k4pv#page-1