Viernes, 9:15 de la noche, Chapinero…
El plan está cancelado, pero Juan definitivamente no se quiere quedar sin hacer nada la noche del viernes. Es por esto que decide invitar a otro grupo de amigos de la universidad a jugar unas manos de póker en su apartamento. Como buen anfitrión Juan decide pedir a domicilio un par de cervezas para cada uno de sus amigos pero cuando se entera que la niña que le gusta de su clase de cálculo también va a ir a su casa, Juan decide cancelar el pedido y en cambio pide una botella de vino francés puesto que la niña pasa todos los veranos en Francia y es amante de la alta cocina. Para no desentonar, Juan le escribe un mensaje de texto al domiciliario para que el vino llegue antes que la niña y parezca casualidad que la botella llevaba en su apartamento desde hace tiempo, claro, para aparentar que Juan también es un amante de los vinos.
En menos de media hora la botella de vino francés que Juan había pedido por domicilio ya estaba en la puerta de su apartamento. Un rato después llegan los amigos de Juan y la niña que tanto le llamaba la atención. El anfitrión los invita a pasar a la sala y la niña muy educadamente le pide la dirección a Juan ya que salió de su casa sin comer y está “muerta del hambre”. Saca su celular y sin hacer una sola llamada confirma que en 45 minutos su pedido a El Corral (que no ofrece domicilios dentro sus servicios) estará la casa de Juan.
Con mucho disimulo, Juan había puesto la botella de vino francés en un sitio estratégico para que la niña la pudiera ver “por casualidad” y así fue. Al momento de verla, la niña con cara de desencanto afirmó que odiaba ese tipo de vinos, y ese en especial, le daba un dolor de cabeza terrible de tan solo verlo. “A estas alturas de la noche prefiero tomarme una cerveza o un guaro para el frio”, exclamó. Juan no sabía qué hacer, con la elección del vino ya había perdido puntos con la niña y por ahí derecho unos cuantos pesos que seguramente la iban a hacer falta a fin de mes. A pesar de todo, Juan sabía que muy difícilmente la niña volvería a su apartamento y debía quedar bien con ella sí o sí aquella noche.
Muy seguro de sí mismo, y casi a la media noche, Juan decide pedir de nuevo las cervezas, hamburguesas para todos ya que la niña los había antojado y además recordó que no tenía nada para desayunar la mañana siguiente, así que pidió un panal de huevos, un paquete de tocineta, jugo de naranja y un alka-seltzer por si las cervezas llevaban al consumo de la relegada botella de vino francés… continuará
La noche de Juan puede ser superficial y no decirnos nada a simple vista, pero la verdad es que detrás de esta noche de póker y amigos, se esconde una revolución tecnológica que está cambiando la manera de pedir domicilios, encargos, antojos o inclusive hacer mercado. Actualmente, en el caso bogotano y algunas otras capitales, hay una serie de aplicaciones para smartphones que de manera sencilla y fluida permiten a los usuarios pedir, casi, lo que sea y a la hora que sea. Dentro de las apps más destacadas por su rendimiento, cobertura y atención al cliente se encuentran Domicilios.com y Rappi. La propuesta de valor de la primera es subir a la aplicación las cartas de los restaurantes con los que tienen convenio, desde comidas rápidas hasta alta cocina, permitiendo al usuario la posibilidad de ver en una gran lista: la puntuación del restaurante, el rango promedio de precios y los horarios para hacer el domicilio. Rappi a su vez también cuenta con la posibilidad de hacer domicilios con restaurantes específicos pero, además, dan la posibilidad al usuario de pedir, simplemente, lo que se le antoje. En el caso de Juan, pidió artículos que naturalmente se adquieren en lugares distintos y aun así, todo llegó en un solo pedido y entregado por una sola persona, sin hacer una sola llamada.
Estas aplicaciones junto con otras como Hello Food, ComidaenlaU, Merqueo y Mercadoni, han facilitado considerablemente la manera de pedir alimentos en diferentes presentaciones. Para estas nuevas empresas trabajan jóvenes, en su mayoría, quienes con una alta capacidad de innovación, emprendedores y con determinación transforman ideas en servicios, creando valor a partir de la red de entrega de los alimentos. Actualmente Rappi, un emprendimiento netamente colombiano, está ampliando sus horizontes ya que busca consolidarse en complejos mercados tales como México y Brasil. Además de facilitar nuestra vida, éstas apps están modificando nuestra manera de comportarnos y en un futuro, muchos serán los que no vuelvan a pisar un supermercado ya que además de ahorrar tiempo y mejorar la calidad de vida en una ciudad como Bogotá, el buen servicio de estos emprendimientos están rompiendo paradigmas. Pronto dejaremos de visitar los supermercados a tocar los aguacates o a partir las yucas por la mitad, pronto, habrán especialistas en ello.