La conciencia global por el medioambiente es una tendencia mundial de los años 70 que impregnó sectores sociales y que en consecuencia permeó a toda la sociedad, abriendo debates políticos y académicos. En ese mismo momento, la defensa y dignificación de los grupos indígenas en toda América tomaba especial relevancia y buscaba abrir espacios de reconocimiento y de inserción en las políticas socioeconómicas del país.
Fue la atomización de entidades no gubernamentales, dedicadas a la protección del medioambiente y la biodiversidad a lo largo de todo el globo, la que adoptando dinámicas económicas y de producción de diferentes grupos indígenas, presentó ante sectores políticos y sociales a las comunidades indígenas como los nativos ecológicos, por las concepciones opuestas entre la relación del individuo y la naturaleza con el sistema occidental hasta la época adoptado (Ulloa, 2008). Este personaje puede salvar al mundo del actual modelo de consumismo insostenible. Fue a partir de este momento que las comunidades indígenas de todo el continente encontraron un espacio para ser escuchadas y defender sus identidades.
La concepción antropológica de cultura y territorio, inseparables en muchas de las
comunidades, fue entonces la excusa para convertirse en los ejemplos globales de sostenibilidad. Occidente ha visto desde entonces a las comunidades indígenas, especialmente a las amerindias, con una visión romántica de volver a lo primitivo donde el individuo no interviene sobre el territorio sino que hace parte de él. La construcción del indígena como sinónimo de ecologista es entonces un conjunto de discursos globales sobre conservación (por parte de políticos, activistas, sectores sociales y opinión pública) e identidad que incluye el territorio, pero que abarca muchas otras variables que los indígenas han insertado poco a poco en los espacios de discusión que les abrió su poder de conocimiento.
Las luchas indígenas en torno a lo ambiental se han manifestado en acciones ligadas al fortalecimiento, protección y respeto a la identidad cultural la cual se basa en la relación cultura/territorio. (Ulloa, Astrid. 2008:12) Dicha lucha aunque loable continúa estigmatizada y es vista desde una perspectiva errónea que solo da espacios limitados para temas de ambiente y no para defender sus intereses y derechos: Diferentes organizaciones indígenas han empezado a confrontar las representaciones occidentales de nativo ecológico una imagen que aunque estratégica en espacios internacionales ha permitido el desplazamiento de lo político por intervenciones de manejo ambiental (Brosius 1999).
Al igual que los gobiernos, las comunidades indígenas del mundo están comenzando a cooperar entre ellas para llegar a consensos y enfrentar las presiones e intereses de algunos gobiernos y privados de limitar sus espacios a temas de conservación o turismo étnico. Cada vez se conforman más redes que dan respaldo a las posiciones de las minorías indígenas en los diferentes países para convertirse en líderes de opinión para que sus ideas sean consideradas como modelos innovadores en medio de un capitalismo que se muestra cada vez más vulnerable. Ejemplo de estas redes son la red de nativos norteamericanos Tribalink que contacta comunidades indígenas de diversos países para denunciar las problemáticas ambientales de sus territorios, o la red de ancianos y sacerdotes indígenas que se reúne periódicamente para compartir los conocimientos medicinales de las plantas de sus respectivos territorios.
A pesar de la errada perspectiva occidental de las comunidades indígenas como el regreso a la sostenibilidad primitiva, las comunidades han logrado desarrollar programas productivos relacionados con la conservación y la preservación del conocimiento que han mejorado sus condiciones socioeconómicas, muestra ello son las estadísticas del Fondo para el Medioambiente Mundial (FAMM) cuya finalidad es la financiación de proyectos relacionados con el medioambiente, ya sea conservación, preservación y sostenibilidad, donde las comunidades indígenas ha sido uno de los grupos de interés principales y que han demandado más recursos para diversos proyectos en sus territorios.
Lo anterior demuestra que las comunidades indígenas con los recursos apropiados y el apoyo de los países a los que pertenecen pueden ser grandes proveedores de proyectos y contribuir de forma innovadora a los problemas que se atribuyen al capitalismo consumista actual. Sin embargo las comunidades siguen siendo marginadas y considerados un bando más en el conflicto que aqueja a nuestro país. Continúan las denuncias de vulneración de los derechos humanos, abandono del Estado y desplazamiento, mientras las comunidades no puedan cubrir sus necesidades básicas, así su identidad cultural dependa del territorio, estarán cooptadas por los intereses de quienes puedan alivianar estas situaciones.
La respuesta no es pues cambiar al modelo y regresar a una época primitiva indígena donde la calidad de vida estaba sujeta a limitaciones del entorno y el conocimiento para mejorar las condiciones sociales era limitado. La conservación es una labor de construcción social donde diferentes perspectivas, incluidas las de las comunidades indígenas deben ser tenidas en cuenta.