Mi café es orgánico porque proviene de un micro cultivo en el cual no uso pesticidas ni herbicidas. Proviene del suelo fértil de Cachipay que es un pequeño municipio del departamento de Cundinamarca que, si bien no se encuentra en la zona cafetera de Colombia, cuenta con un microclima muy especial y único. Esto lo convierte en café de origen ya que solo se da en esta región y por un solo productor que soy yo, por supuesto.
En mi finca realizamos el proceso completo de producción del café, primero en el semillero, donde se siembra y se cultiva la chapola. Luego, crece un hermoso y florido cafetal a la sombra de otro tipo de árboles de mayor altura, lo que le permite conservar la humedad, facilitando el control del desarrollo de hongos y otros microorganismos en la planta. Posteriormente, se recolectan las cerezas de café (como se conocen los frutos o bayas del cafeto) y se pasan al beneficiadero, donde se lavan con agua pura de manantial, se despulpan y se secan. El secado elimina la humedad del grano para conservar mayor sabor y todos los aromas. Después, se escogen uno a uno los granos del mejor café y se pasan a la trilladora donde se separa la cáscara de la almendra. La almendra limpia, queda lista para empacar, clasificar nuevamente y tostar. El tostado del café es el último paso crítico del proceso. Se trata de una etapa delicada, lenta y artesanal que busca como resultado lograr el color perfecto y característico del café y que le otorga la calidad final del aroma y sabor suave del café colombiano.
El aprendizaje para producir uno de los cafés más suaves del mundo, viene heredado de mis ancestros. Mi abuelo cultivó café y mis padres cultivaron café. Lamentable y afortunadamente, en estas tres generaciones no se construyó una industria. Digo lamentable, porque se han invertido muchos esfuerzos y “vida” y, luego de tantos años, continuamos con un micro cultivo; pero también digo afortunadamente porque hemos conservado una manera “limpia” de hacer las cosas, gracias a la forma de cultivo artesanal que respeta la tierra, el medio ambiente y el ecosistema lo que nos permite producir un café de alta calidad, con más aroma, más sabor y mejor precio.
No sobra mencionar que a mucho orgullo soy un campesino colombiano que también he tenido oportunidad de capacitarme en el SENA. Ahora, además del gran conocimiento adquirido de mis padres y abuelos, he aprendido mejores técnicas de cultivo limpio y también a hacer cuentas para garantizar una producción sostenible en el tiempo y con miras a mejorar cada día más. Así fue como creé mi empresa, Café…ar.