Hace mas de 500 años cuando los españoles llegaron por primera vez a tierras americanas, se sorprendieron de una cantidad enorme de nuevos alimentos y frutas que hacían parte de la dieta de muchos indígenas de la región. Entre las frutas más destacadas se encontraba la guayaba, fuente importante de vitamina C.
Hasta el momento en el que los españoles introdujeron especies como el limón, la naranja y la mandarina no se tenían registros de otros frutos donde se pudiera obtener vitamina C en esta región. Vale la pena resaltar que la guayaba contiene 5 veces más vitamina C que la naranja y es rica en fósforo, niacina, potasio, vitaminas A y B, hierro, calcio y ácido fólico. Razones por las que es una solución efectiva para las afecciones intestinales que abarcan un espectro amplio que va desde la diarrea hasta el estreñimiento. El jugo de guayaba, por su gran aporte de fibra, logra activar y estabilizar el funcionamiento del sistema digestivo.
Fue una fruta con un valor nutricional tan alto que permitía la supervivencia y el desarrollo cotidiano de los indígenas, así como de europeos que arribaron al nuevo mundo[1]. La relevancia histórica sigue manteniéndose de tal modo que hoy es la cuarta fruta más consumida por los hogares colombianos. (Alonso-Cifuentes JC, OrdoÌñez-Morales PJ, Rivera-Triviño AF. 2017).
Pero hay mucho más que simples datos y estadísticas que se pueden decir de la Guayaba. Hay historias reales que trascienden y hacen ver que la guayaba no solo es una fruta, sino que resulta ser salud, resulta ser un proyecto de vida, también un salario y una forma de salir adelante.
Visitamos el municipio de Alcalá, ubicado en el departamento del Valle del Cauca. Esta zona geográfica es una de las más privilegiadas del territorio colombiano contando con las condiciones climáticas y ambientales perfectas para ser una despensa agrícola de gran importancia para el país. El municipio se encuentra en medio de un paisaje montañoso imponente y un verde oscuro intenso en medio de las ciudades de Armenia en el departamento del Quindío y Pereira en el departamento de Risaralda conocidas por constituir el “eje cafetero”.
En el municipio de Alcalá vive Asdrúbal Loaiza, un cultivador oriundo de la región. Su historia de vida es admirable. Comenzó hace alrededor de 7 años a trabajar en una finca que tenía un proyecto de cultivar guayaba roja. Su dedicación y capacidades le dieron la posibilidad de estar a cargo de ese cultivo y contó con la fortuna de que su empleador le diera la oportunidad de experimentar y explorar nuevas formas de desarrollar este cultivo. La agricultura puede estar marcada en ocasiones por perseguir la inmediatez de los beneficios, acelerando u omitiendo los procesos que garantizan el éxito y la prosperidad en el largo plazo. No obstante, Asdrúbal contó con la paciencia de su empleador para dirigir un proceso de aprendizaje, experimentación e innovación que le permiten tener hoy en día una ventaja sobre otros cultivadores. Pero él es consiente de que la colaboración y coordinación en el campo es fundamental para un mayor éxito, de modo tal que muestra de su pasión por el campo esta en compartir sus experiencias con otros cultivadores, brindarles asesorías y apoyo sin ningún tipo de recelo. Se enorgullece de su conocimiento, pero con humildad las comparte con el fin de que solidariamente el éxito sea mayor.
El tiempo que estuvo a cargo de ese proyecto lo asumió con compromiso y responsabilidad, lo que le aseguró ser un experto en variedades de guayaba, métodos de poda, seguimiento de enfermedades y métodos de reproducción de las variedades más productivas y de mejor calidad de fruto.
Con todo el conocimiento recolectado decidió que era el momento de emprender y comenzar su propio cultivo de guayabas. Tuvo la posibilidad de arrendar un predio de 6 hectáreas por un término de bastantes años lo cual le garantizaba estabilidad para un proyecto de guayabas que puede tener una vida productiva mayor a 15 años. No solo era una apuesta por mejorar sus condiciones de vida, sino que era una decisión con la que se beneficiarían 4 empleados que trabajan directamente con él, las familias de estos y todas las personas que participan en la cadena de comercialización en el municipio de la unión en el acopio de frutas. Generación de empleo y oportunidades que requiere el campo colombiano.
Los primeros árboles de guayaba que sembró se encontraban con 4 años aproximadamente y llegaron a una etapa de producción óptima. La variedad de estos se denomina ICA 1 y es un tipo de guayaba roja especialmente desarrolladas para las condiciones de la región[2]. Como agricultor independiente la vida le ha presentado varias adversidades de las que tuvo que aprender. Una de estas fue sembrar arboles que adquirió sin él directamente supervisar el proceso de germinación. Nos relató con tristeza que confió en otra persona el semillero y germinación de las plantas de guayaba con la garantía de estar adquiriendo un producto de calidad con semillas certificadas. Hoy, estos arboles de 4 años en su etapa de mayor producción evidencian trastornos en la calidad de los frutos y capacidad productiva, considerablemente inferior a la de un verdadero árbol de la variedad ICA 1. Algo difícilmente observable en las etapas previas de crecimiento y formación del árbol. Es por esta razón que apenas comprendió que lo que había adquirido no era la variedad solicitada, decidió comenzar un proceso de erradicación de esos arboles y sustitución por unos árboles que el mismo iba a germinar en su propio vivero.
Para realizar el proceso de sustitución, utilizó el método de reproducción por acodos. Este, consiste en sacar un nuevo árbol de la rama de un guayabo ya existente y en producción por lo que contiene el 100% de la información genética del patrón[3]. Esto le otorga la posibilidad de seleccionar los árboles que ha identificado con los mejores patrones productivos para que de ellos pueda sacar nuevos arboles con las calidades que necesita. Finalmente, esta es una opción alterna a la reproducción mediante injertos que solo garantiza la mitad del material genético en el nuevo árbol.
Es así como los nuevos lotes que sembró por acodos tienen actualmente 3 años y una producción y calidad de primera. Esta segunda generación de su cultivo es una nueva variedad de guayaba roja denominada ICA 2. Las evidencias son contundentes debido a que el fruto tiene un tamaño considerablemente mayor y presenta una maduración de hasta 15 días, haciendo de esta una variedad, según Asdrúbal, una guayaba con proyección para exportación.
Finalmente, destacamos una combinación que hace único el cultivo de Asdrúbal Loaiza. Para aprovechar al máximo el espacio que dispone de siembra, decidió combinar el cultivo de guayaba con un cultivo de banano Gros Michel y plátano hartón. Lo anterior para aprovechar mucho más la rentabilidad del terreno y la complementariedad de ambos cultivos para el aprovechamiento del suelo y la absorción de nutrientes. Para ello sembró un colino de banano o plátano en medio del cuadro que conforman 4 árboles de guayaba ubicados cada 3,5 metros entre ellos.
Para Asdrúbal Loaiza su cultivo lo es todo. Es su principal y única fuente de ingresos, mediante el cual ha podido salir adelante y en el que esta puesta toda su pasión para hacer de la guayaba roja un producto de calidad que sea exportado y comercializado en todo el país. Es muestra del talento y pasión de los agricultores colombianos. La guayaba es así una historia de vida, de superación, de emprendimiento. También es una historia de oportunidades, de generación de empleos y de sustento de familias. Es una historia de salud por sus beneficios y propiedades especialmente relacionadas a afecciones del sistema digestivo. Pero sobretodo, es una historia de Colombia. Desde nuestros ancestros; de una fruta de origen propio que algún día, esperemos, logre conquistar más y más mercados.
[1] El Nuevo Mundo es uno de los nombres históricos con que se ha denominado al continente americano desde finales del siglo XV como consecuencia del descubrimiento de América en 1492 por parte de los españoles.
[2] La guayaba ICA 1 se cultiva con altos rendimientos en rangos amplio de altitud, entre 0 y 1.500 msnm, y con densidad de siembra de 400 árboles por hectárea. Un árbol en edad adulta con 6 o más años, puede llegar a producir en dos cosechas programadas por año de 200 kilos, es decir más de 1.200 frutos por árbol en el año. Es el resultado del programa de mejoramiento genético de la guayaba de Corpoica, en el cual se realizó la evaluación de materiales élite del Banco de Germoplasma del Centro de Investigación Palmira, seleccionados por su comportamiento agronómico, alto rendimiento y calidad de fruta
[3] Denominación para el árbol del cual se extrae el acodo.