Imagen 1: educación alimentaria para niños en Estados Unidos.
En una sociedad cada vez más occidental (americanizada), se deben mantener las culturas y costumbres locales. Es totalmente respetable y se debería honrar de dónde venimos; después de todo, la comida evoca emociones, recuerdos y sensaciones como pocos otros productos. Sin embargo, ¿hasta qué punto se rifa nuestra salud por esto? Y, ¿hasta qué punto las dietas de hoy en día defienden nuestras creencias como colombianos? Se habla mucho de los pésimos hábitos de los extranjeros, como los estadounidenses o los mexicanos, pero, ¿alguna vez hemos hecho retroinspección sobre nuestra posición?
En primera instancia, se debe establecer en qué situación se encuentra Colombia. Acorde a la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional de Minsalud del 2015, el 56,5% de sus habitantes adultos (18-64 años) se encuentran en exceso de peso[1]. Para el 2005, esta cifra se encontraba en 45,9%. Del mismo modo, según el NCD-RisC (2017), el 8,2% de la población colombiana padece de diabetes. Según pronósticos, para el 2025, esta cifra ascenderá a 10,8%. Es necesario aclarar que esto no es un problema nacional; es global. Como se puede observar en los Gráficos 1 y 2, hay un crecimiento notable en las tasas de exceso de peso no solo en países sudamericanos, sino en todas las regiones del planeta.
Uno de los grandes problemas con el exceso de peso, es que es un asesino silencioso. No pareciera afectar mucho la salud de quienes la padecen, pero sus efectos a largo plazo son considerables. Dada la enorme cantidad de inconvenientes que pueden recaer por esta enfermedad, es considerada la mayor causa de muertes en el mundo, según la WHO[2] (2020). Pueden desarrollarse enfermedades cardiovasculares, trastornos musculoesqueléticos, diabetes, e incluso algunos cánceres.
Acaso, ¿qué comemos los colombianos? Según el Ministerio de Salud (Minsalud, 2016), el 81,2% consumen alimentos procesados (gaseosas), el 69,2% consume alimentos de paquete, el 16% añade más sal a sus alimentos una vez están servidos en la mesa, el 98,6% consume azúcar (y el 94,6% lo hace diariamente), y el 95,2% consume productos fritos (y el 32% lo hace diariamente).
Sin embargo, sí existe un esfuerzo por parte de los colombianos por buscar alimentos saludables. El primer problema radica en la poca accesibilidad a estos. Según Saavedra (2008), “los productos saludables son más costosos que la categoría regular. En alimentos y bebidas, por ejemplo, los precios están un 55% por encima de los del total de la categoría, en bebidas listas para consumir un 15%, en bebidas para preparar un 26% y en confitería hasta el 87%”. Teniendo en cuenta lo reacio que es el consumidor colombiano a los precios, no sorprende que no sean más populares.
No obstante, no es necesario que cada consumidor gaste todos sus ingresos en productos que alegan ser saludables: en gran medida no lo son. Como explica Mark Bittman,
El modo en el que la industria vendía yogurt era convirtiéndolo en algo mucho más parecido al helado. De manera similar, examinemos la barrita de cereales. Piensas que puede ser comida sana, pero en realidad, si miras la lista de ingredientes, se parece más en el fondo a una barra de Snickers que a los copos de avena. (Bittman, 2007)
De este modo, no todos los productos cuyas etiquetas provocan al cliente con “Bajo en grasa” o “Light” crean una ilusión falsa de ser saludables, cuando no le representan beneficio alguno al consumidor en este aspecto.
Teniendo esto en cuenta, ¿qué se puede hacer? La respuesta, al igual que para muchas otras preguntas de políticas públicas, es educación. En este caso, educación alimentaria: aprender sobre alimentos (qué es bueno para qué) y cómo utilizarlos para el bien común (es decir, saber cocinar). Si cada consumidor sabe qué es bueno para él/ella y sabe cómo alcanzarlo, hará un esfuerzo mayor por hacerlo.
Actualmente, ¿qué se está haciendo en el país? La estrategia del Ministerio de Salud y Protección Social (Minsalud, 2016) se basa en su mayoría en restringir y limitar la oferta de los productores de alimentos nocivos para la salud, y no hay mucho esfuerzo por educar a los consumidores. Quizá, en algunos años, se vean etiquetas que perjudiquen la imagen deestos y den conocimiento al consumidor sobre el contenido. A continuación, en la Imagen 2, se presenta un ejemplo de dichas etiquetas, en productos de México. Puede ser un paso en la dirección correcta, aunque, con una educación apropiada, no serían necesarias.
De esta manera, ¿qué más se puede hacer? Es claro que existen un sinfín de limitaciones para un programa de educación alimentaria en todo el país (teniendo en cuenta que los índices de exceso de peso no se restringen ni por región ni por estrato socioeconómico): presupuesto, poco interés y/o tiempo del consumidor, alcance geográfico, entre otras. Sin embargo, es deber del gobierno presentar sus propuestas de tal manera que haya un cambio en el mediano plazo. Después de todo, realizar un esfuerzo en este medio, representa un ahorro en el futuro en salud, teniendo en cuenta las catastróficas repercusiones que se tienen si no se atiende pronto.
Siguiendo esta línea, una educación alimentaria en el país debería no solo instruir al consumidor sobre qué le beneficia y qué no; también involucra a los productores para buscar y adaptar sus alimentos. Es posible hacer el bien (ofrecer productos saludables) y, a la vez, tener un negocio (tener una rentabilidad).
Finalmente, se debe promover la adaptación y promulgación de recetas y que sean la base para una educación alimentaria: que todos sepan cocinar y qué alimentos son buenos y cuáles no. Con las herramientas que se presenta hoy en día, no se debería temer a experimentar y utilizar innovaciones: nuevas maneras de hacer los platos, realidad aumentada/virtual, entre otras. Quizá nuestros platos evolucionen sin tener que alterarlos. A fin de cuentas, la cocina depende en gran medida de la creatividad. La manera en que se está comiendo, no solo en el país, sino en el mundo, no es la ideal, y las alternativas deben llegar con rapidez.
Por último, se deja como reflexión al lector el deseo de Jamie Oliver, chef inglés que promueve constantemente y globalmente por un futuro más saludable y más consciente sobre el poder de los alimentos:
Mi deseo es que ustedes ayuden a formar un movimiento fuerte y sostenible para educar a todos los niños sobre la comida, para inspirar a las familias a cocinar otra vez, y ayudar a que las personas en todo el mundo puedan pelear de frente contra la obesidad. (Oliver, 2011).
[1] WHO (World Health Organization) o por sus siglas en español OMS (Organización Mundial de la Salud).
[2] Exceso de peso comprende las categorías sobrepeso (Índice de Masa Corporal entre 25 y 30) y obesidad (índice de Masa Corporal mayor a 30). El Índice de Masa Corporal se calcula dividiendo el peso (en kilogramos) por la altura (en metros) al cuadrado.
Referencias
Bittman, M. (2007). Mark Bittman: What’s wrong with what we eat [Archivo de video]. Recuperado de https://www.ted.com/talks/mark_bittman_what_s_wrong_with_what_we_eat
Minsalud (2015). Encuesta Nacional de la Situación Nutricional. Recuperado de https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/ED/GCFI/ensin-colombia-2018.pdf
Minsalud (2016). Estrategia de Información, Educación y Comunicación en Seguridad Alimentaria y Nutricional para Colombia: Marco contextual, normativo, estratégico, conceptual y operativo. Bogotá: Ministerio de Salud y Protección Social. Recuperado de https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/SNA/estrategia-informacion-educacion-seguridad-alimentaria.pdf
Minsalud (2016). Estrategia de Información, Educación y Comunicación en Seguridad Alimentaria y Nutricional para Colombia: Programas de implementación. Bogotá: Ministerio de Salud y Protección Social. Recuperado de https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/SNA/implementacion-estrategia-informacion-seguridad-alimentaria.pdf
NCD RisC (2017). NDC Risk Factor Collaboration: Country Profile: Colombia. Recuperado de http://ncdrisc.org/country-profile.html
Oliver, J. (2010). Jamie Oliver: Teach every child about food [Archivo de video]. Recuperado de https://www.ted.com/talks/jamie_oliver_teach_every_child_about_food
Ritchie, H. y Roser, M. (2018). Obesity. Our world in data. Recuperado de https://ourworldindata.org/obesity
Saavedra, J. (8/10/2018). Comida saludable: todo está servido para crecer. Nielsen Insights. Recuperado de https://www.nielsen.com/co/es/insights/article/2018/comida-saludable-todo-esta-servido-para-crecer/
World Health Organization (1/04/2020). Obesity and overwright. Recuperado de https://www.who.int/en/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight