Tiempo atrás, en el municipio de Mariquita-Tolima nació Villa Garcinia, un proyecto visionario a cargo del padre de Paola, llamado Gustavo Acero, él era ingeniero agrónomo y siempre tuvo interés por los cultivos de frutas exóticas. Incluso, Paola considera esos árboles sus “hermanitos” puesto que los ha visto crecer por más de 25 años.
Paola argumenta que heredó ese amor por la naturaleza, la agricultura y los animales, pero que nunca se vio trabajando en una finca con las botas puestas; aprendiendo a guadañar y a recoger mangostino, ni mucho menos tener su propio negocio de eso.
Ahora bien, ella es una mujer que le gusta aprender muchas cosas y hacerlas de manera diferente. Es por esto, que decidió estudiar diseño, para más adelante empezar la carrera de comunicación social con doble programa en derecho. Además, había decidido emprender realizando uniformes empresariales con el objetivo de tener su propia cadena de ropa.
No obstante, sus planes cambiaron hace 18 años cuando la violencia en Colombia llegó a su puerta y desafortunadamente don Gustavo Acero fue asesinado. Este hecho significó un cambio drástico tanto para Paola como para su familia, la cual, entre otras cosas tenía la difícil tarea de administrar una finca de 15 hectáreas, con más de 1000 árboles de mangostino.
Pues bien, don Gustavo nunca pudo observar la cosecha florecer puesto que los árboles se demoran 10 años en dar fruto. Sin embargo, los árboles ya estaban floreciendo y la madre de Paola no tenía los conocimientos necesarios para administrar la finca. Es por esto, que Villa Garcinia entra en un estado prácticamente de abandono en donde los mangostinos se vendían por cualquier precio.
Por otra parte, meses después, ya con una hija y una relación estable. Paola decide dejar la universidad e irse para Mariquita, con la finalidad de crear su propio negocio de uniformes y de ropa de niñas. Así pues, ella describe que su vida era entre telas e hilos y no entre cultivos y mangostinos.
Sin embargo, todo cambió cuando su familia estaba decidida a vender la finca y Paola revisando entre las cosas de su padre encontró una libreta, en la que escribió 14 proyectos de los cuales ya había cumplido nueve y dos de los cinco objetivos restantes se llamaban así: “Villa Garcinia, exportación de mangostino a Canadá” y “Asociación de productores de Mangostino”. En otras palabras, don Gustavo Acero hace más de 20 años sin haber siquiera estar instaurado comercialmente el fruto exótico en Colombia, ya planeaba no solo exportarlo, sino que también coordinar con otros productores para cumplir con ese sueño.
Dicha libreta afortunadamente la encontró esa mujer proactiva que heredo la visión y determinación de don Gustavo, ya que con base en esto ella logró convencer a su familia de no vender el predio. Por consiguiente, empezó a involucrarse de a pocos con la finca y vio unas oportunidades económicas grandísimas allí. Sin embargo, Paola describe que esa tarea no fue para nada fácil porque madrugar a las seis, trabajar bajo el sol hasta las 5 p.m. para luego tener que pesar, clasificar y empacar el mangostino, era algo a lo que no estaba acostumbrada y claramente la dejaba extenuada (como a cualquiera).
Con el pasar de los meses, Paola empezó a tecnificar la finca y a utilizar mejores fertilizantes y productos en aras de mejorar su mangostino. No contenta con eso y contra toda corriente, decide certificarse con el ICA porque para Paola era crucial ser más rentable:” de todas maneras nos vamos a sacrificar con las labores del campo, entonces ¿por qué no hacerlo de una manera rentable?”- se preguntaba ella.
Ahora bien, este certificado significó para Paola una reconstrucción de un sueño en todo su esplendor, la felicidad que sintió al obtenerlo sencillamente no se puede describir con palabras, ella sentía que más allá de cumplirle un sueño a su padre, se lo estaba cumpliendo a ella misma.
Por otro lado, la pandemia para Paola trajo consigo nuevos retos y ella (sin generar mucha sorpresa ya) se reinventó sacando su propia línea de yogur a base de mangostino llamado Exotigur. Además, con ella a la cabeza se conformó un comité de productores con el propósito de obtener la denominación de origen y la creación de la Asociación de Mangostino, si, increíblemente Paola está cumpliendo otro sueño de su padre.
Para concluir, Villa Garcinia seguramente es una de las tantas historias que hay por contar en este país. No obstante, demuestra la infinidad de oportunidades que presenta la agricultura a las nuevas generaciones. Además, tumba estereotipos de que una mujer no puede desempeñarse exitosamente en el campo, pues ella con mucho sufrimiento y pocos estudios administrativos logró un negocio certificado, rentable y sostenible. Por otra parte, donde sea que esté don Gustavo, seguramente se va a sentir contento y orgulloso de su más grande cosecha, su hija mayor. También, puedo afirmar que los productores ven a Paola como un ejemplo a seguir que los impulsa a certificarse y a conformar la Asociación de Mangostino, un sueño reconstruido.
[1] Global Gap: Por sus siglas en ingles se llama “Buenas Prácticas Agrícolas” (Good Agriculture Practices”). Es una norma reconocida internacionalmente para la producción agrícola y tiene como objetivo garantizar la producción segura y sostenible de los alimentos.