Esto implica que la capacidad instalada de la región respecto a la producción es superior a las necesidades de su demanda y que el subcontinente no necesita aumentar la frontera agrícola o incrementar las tasas de producción para alimentar a todos sus habitantes. Para ejemplificar la situación, si se eliminasen “los desperdicios en el retail se podría satisfacer las necesidades alimenticias de 30 millones de personas, es decir 64% de quienes sufren el hambre en la región”[1] (FAO, 2014). Es menester intentar lograr mayores eficiencias a lo largo de toda la industria de alimentos y así rescatar a muchos de una de las caras más feas de la pobreza; y de paso, no generarle más daños al medio ambiente con la actividad de nuevos procesos agropecuarios.
Si se reduce el hambre también se espera mejorar otras variables socioeconómicas, como el desempeño escolar y la salud. Lo que se traduce a menores costos para el sistema de salud pública y una economía más fuerte, pues contará con trabajadores más capacitados (CEPAL, 2007). A la industria alimentaria no sólo le debe importar reducir el hambre por el beneficio y bienestar social que se produciría, sino porque también se puede traducir en menores costos para las empresas y/o en mayores ingresos. Menores costos porque las empresas no tendrían que costear el desecho de las mercancías, ni el de producción (o compra), transporte e inventario para unidades que no se van a vender. Mayores ingresos, porque es posible crear estrategias de ventas enfocadas en poblaciones vulnerables, con precios diferenciados, para los productos que estén próximos a perderse. Llegándole así a mayores áreas de la curva de demanda y recibiendo una remuneración a cambio. Hay que tener claro que a sí se venden las últimas unidades por debajo del costo marginal de producción, esta opción de ventas con precios diferenciados es mejor que desechar los alimentos a menos que el costo generado por el nuevo esfuerzo de ventas sea mayor a los nuevos ingresos.
La FAO expone tres líneas diferentes de recomendaciones para reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos: i) Inversión en tecnología para recolección de datos, implementación de buenas prácticas y mejorar eficiencia en los sistemas; ii) Establecer marcos normativos; iii) Campañas de sensibilización. Sin embargo estas recomendaciones sólo serán eficaces si hay compromiso e iniciativa desde las empresa privada.
En toda la cadena de valor hay pérdidas o desperdicios. “Las pérdidas de alimentos se refieren a la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo humano a lo largo de la cadena de suministro, pero principalmente en las fases de producción, post-cosecha, almacenamiento y transporte. El desperdicio de alimentos se refiere a las pérdidas derivadas de la decisión de desechar los alimentos que todavía tienen valor y se asocia principalmente con el comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y consumidores.“ (FAO 2014). En Latinoamérica el 28% de las pérdidas y desperdicios se da a nivel consumo, el 22% en manejo y almacenamiento, el 17% en mercado y distribución, el 6% en procesamiento y el 28% restante en producción (cosecha y post cosecha). (FAO 2014)
En el retail, como se mencionó anteriormente hay muchos desperdicios y por tanto posibilidades para mejorar. Muchas firmas de restaurantes y panaderías tienen estándares de calidad que las llevan a desprenderse rápidamente de los alimentos que han preparado y no han vendido, este es el caso de McDonalds en el que “Con el objeto de garantizar su frescura si no se sirven (las hamburguesas) al cabo de 10 minutos, son retirados de la venta. En cuanto a las patatas fritas, únicamente se conservan 7 minutos.” (McDonalds, 2014, párr. 3). Todos estos alimentos son desperdiciados porque si no es así podrían afectar la entrega de la promesa de valor de las firmas. Sin embargo, las cosas pueden ser distintas, McDonalds puede transformar esos alimentos a un muy bajo costo, por ejemplo creando rollos de carne. Así el producto no rivaliza con los productos que vende en sus tiendas. Los rollos de carne podrían ser comprados por otra firma al costo de fabricación de McDonalds y luego comercializados a un muy bajo precio en otras zonas de las ciudades. McDonalds también podría venderle esos rollos de carne al costo a ONGs o fundaciones que los consideren atractivos. El mayor reto de este sistema de distribución posterior de los alimentos es la velocidad con que los alimentos sean consumidos. Tiene que ser un proceso muy rápido para que no se dañen los alimentos ya cocinados, el retailer debe asegurarse de que quién posea sus productos los consumirá prontamente o efectivamente los pueda eliminar. En la creación de modelos de negocio alternativos está la clave para no desperdiciar los alimentos en el retail.
Erradicar el hambre es un imperativo para nuestras sociedades. A mediados del siglo XX el filosofo y sociólogo germano-americano Herbert Marcuse hizo una radiografía de la sociedad industrial. En ella describió algunas de las irracionalidades de este tipo de sociedad:
La unión de una creciente productividad y una creciente destructividad, … la preservación de la miseria frente a una riqueza sin precedentes constituyen la más imparcial acusación: incluso si estos elementos no son la raison d’être de esta sociedad sino sólo sus consecuencias; su pomposa racionalidad, que propaga la eficacia y el crecimiento, es en sí misma irracional. (Marcuse, 1954, p. 23)
Es irracional que ante el aparato productivo de alimentos con el que cuenta la región, ésta no sea capaz de alimentar su población y haya millones con desnutrición sufriendo el hambre día a día. Las alternativas están sobre la mesa, la cadena de valor de alimentos (proveedores, productores, distribuidores, comercializadores y consumidores) puede y debe, para su beneficio y el de la sociedad, liderar la erradicación del hambre.
@farrazola
Referencias:
1. CEPAL. (2007). El Costo del Hambre: Impacto social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y Républica Dominicana. Santiago de Chile: Naciones Unidas. Disponible en: http://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/28923/DP_CostoHambre.pdf
2. FAO. (2014). Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en América Latina y el Caribe. Disponible en http://goo.gl/rpq06S
3. Marcuse, H. (1954). El Hombre Unidimensional – Ensayo Sobre la Ideología de la Sociedad Industrial Avanzada. Buenos Aires: Planeta – Agostini.
4. McDonalds. (2014). Al Otro Lado del Mostrador. Disponible en: http://www.mcdonalds.es/calidad/al-otro-lado-del-mostrador
[1] La FAO calcula que en América Latina y El Caribe 47 millones de personas sufren de hambre.