Entrevista a Carlos Gustavo Cano. ¿Quién es CGC?
Mi inquietud por este tema ha despertado la necesidad de interrogar a una persona experta no sólo en la economÃa del paÃs, sino también en temas de control del narcotráfico y sobretodo en el agro del paÃs. Carlos Gustavo Cano es economista de la Univesidad de los Andes de la ciudad de Bogotá. Hizo un master en economÃa en Inglaterra, un Postgrado en Government, Business and the International Economy en la Universidad de Harvard y otro en el INALDE en Bogotá. Su trayectoria profesional como Codirector del Banco de la República desde febrero de 2005 y Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia lo hace una persona integral con una perspectiva amplia y desarrollada sobre el tema.
C.G: Muchas gracias por esta entrevista y la atención.
M.C: ¿Cómo crees tú que el narcotráfico ha influenciado la economÃa del paÃs?
C.G: El narcotráfico es el factor más fuerte destructivo de la economÃa. Ha destruido la economÃa del paÃs, y no me refiero a las cifras, me refiero al talento humano. Destruyó la agricultura. El narcotráfico y la droga han sido el combustible de la violencia en Colombia, y esa ha sido la tragedia nacional. Ese es el impacto fundamental. Este paÃs ha sido muy violento, especialmente a partir de la llamada apertura económica donde se descuidó la agricultura y donde después de la exitosa polÃtica antidrogas que hubo en Perú que desestimuló la siembras y que se aplicó a la interdicción contra los capos colombianos: cartel de Cali, cartel de MedellÃn, el precio de la hoja de coca cayó en Perú y se bajó mucho el cultivo. Pero cuando se empezaban a desaparecer las fuentes de aprovisionamiento de hoja de coca para los carteles colombianos, estos carteles introdujeron la hoja de coca en Colombia. La hoja de coca no se cultivaba en Colombia en esa época. Hoy en dÃa volvió a ser el primer productor del mundo en hoja de coca.
M.C: ¿Cómo consideras que la fumigación de cultivos ilÃcitos juega parte en esto hoy en dÃa?
C.G: A mà me parece que en los cultivos industriales grandes es necesaria la fumigación, y el glifosato no es un producto tan dañino como se dice. Yo vengo de una familia arrocera y se aplica glifosato. Eso ha sido un tema más ideológico que tecnológico, y aquà nos invade siempre la ideologÃa más que la tecnologÃa. Hoy en dÃa, todo acto de fumigación tiene externalidades negativas para la salud de las plantas, para la salud humana, no se puede abusar de ello. Sin embargo, si el glifosato es aplicado en las dosis indicadas por los fabricantes y en las alturas indicadas por los mismos fabricantes no deberÃa haber problema. Hay es que vigilar muy bien cómo se aplica. Hoy en dÃa con los drones, se puede localizar mucho mejor la aplicación del glifosato minimizando los daños colaterales.
M.C: Y en cuanto a la legalización de estos cultivos ilÃcitos, ¿Tú piensas que ayudarÃa a disminuir la violencia generada por el narcotráfico y serÃa de alguna manera positivo o realmente no es una solución?
C.G: Yo siempre pensé desde que era estudiante que la forma de disminuir el atractivo del negocio era suspendiendo la prohibición. Quiero hacer referencia a la época de las mafias de los Estados Unidos y de las mafias de Chicago en los años 20´s y 30´s cuando hubo prohibición de las bebidas alcohólicas, eso disparó el contrabando y ese tipo de actividades. Lo que ocurre es que eso no puede ser una decisión de Colombia, sino una decisión de los principales mercados que son los que demandan la droga. Y el principal mercado del mundo que demanda la droga es sin duda Estados unidos. Y no lo va a hacer, no lo ha hecho y no creo que eso sea posible. Si no se legaliza en el mercado más grande del mundo, no hay nada que hacer. Vamos a seguir siendo presa de ese atractivo, que tras la prohibición hace de esta actividad un enorme negocio.
M.C: ¿Consideras que hay manera de dialogarlo?
C.G: Sobre eso se ha dialogado y se ha escrito. Sin embargo, no creo que haya viabilidad para ello.
M.C: El otro dÃa estuve leyendo unos artÃculos en Semana Sostenible de cómo el proceso de paz habÃa incrementado la tala y deforestación en el Amazonas y lugares de Colombia donde antes no se podÃa acceder por la violencia para realizar cultivos ilÃcitos. ¿Cómo consideras que esto se puede detener?
C.G: Creo yo que, desde que se inició el proceso de paz y se anunció un tratamiento muy benévolo para los cultivadores de droga de uso ilÃcito se expandió tremendamente el cultivo. Se suspendieron las fumigaciones, se anunciaba el acuerdo con las FARC y se anunciaban beneficios para aquellos campesinos que estuvieran dedicados al cultivo de droga; y eso disparó los cultivos. Precisamente la gente dijo: “no, yo me pongo a sembrar porque da y después me van a remunerar para poder terminar esoâ€. Colombia tiene ya más de 200,000 hectáreas de cultivos de coca, y esa es el área más alta del mundo. Y como eso cambió de manos después de los carteles de Cali y MedellÃn que se destruyeron pues pasó al cartel más grande del mundo que se llama las FARC. Y resulta que las FARC, a mi juicio, desaparecieron como marca, pero la actividad sigue y toda esa organización mutó y ahora la alianza grande es con los carteles mexicanos que son los grandes comercializadores de Estados Unidos.
M.C: ¿Cómo consideras tu que se puede dar fin a este fenómeno?
C.G: Me parece que tiene que haber siempre un acuerdo internacional sobre el asunto. Y tenemos que tener una determinación fundamental para recuperar la agricultura lÃcita. Esta no se recupera a punta de sembrar inseguridad jurÃdica sobre los derechos de propiedad de la tierra. Creo yo que, ha habido más ideologÃa que tecnologÃa. Hay que pulsar la gran agricultura, la inversión nacional y extranjera de generación de empleo agrÃcola para estas vÃctimas que son los pobres campesinos que están sometidos al cultivo. Y que además no ganan dinero. El dinero se lo ganan la cadena de agregación de valor a través de la comercialización. O sea los mexicanos, los carteles y las FARC.
M.C: ¿Qué polÃticas económicas se podrÃan implementar para esto?
C.G: Ese tema de la conversación internacional al respecto ha sido ensayado muchas veces, yo perdà la fe en esa viabilidad. Pero te puedo responder inspirado en la experiencia de cuando vivà en Perú del año 1999 al 2002, cuando trabajé en desarrollo alternativo, en Perú y en Bolivia en el campo: no en una oficina. Aprendà algo de los peruanos que se montó en el primer gobierno de Fujimori, cuando lo asesoró el economista Hernando de Soto: “Si usted persigue a los productores de coca, esos productores de coca van a buscar la protección de Sendero Luminoso (la guerrilla peruana). Y segundo, si usted destruye los cultivos, pero no destruye al comprador los cultivos simplemente van a cambiar de sitio. El efecto globoâ€. Y lo que montó ese gobierno en ese momento fue la interdicción aérea contra los capos colombianos que eran los compradores de coca. Entonces, cuando tú debilitas al comprador, la cadena de comercialización se encarga de generar un desestimulo para las siembras. Cuando no hay un comprador, la hoja de coca cae de precio. Y eso fue lo que paso en Perú y fue exitosÃsimo. Entonces, trayendo acá esa experiencia, yo dirÃa que aquà lo que hay que hacer es atacar, destruir al comprador de la hoja de coca. Destruir los grandes carteles mexicanos que se han asociado con las FARC y ex FARC; Llorente, Catatumbo, Putumayo, etcétera. Es atacar al comprador de la hoja de coca, no atacar al cultivador de la hoja, eso no solamente es injusto e inmoral sino absolutamente contraproducente y desde el punto de vista polÃtico, torpe.
M.C: ¿Y con atacarlo te refieres a qué explÃcitamente?
C.G: A hacer una interdicción, tratar de capturarlos y hacer justicia. Porque el comprador de la hoja de coca es quien sostiene el negocio, crea el estÃmulo y somete de manera esclavista a los campesinos. Hay que lesionar la demanda para producir una caÃda en la hoja de coca, y asà desestimular la producción. Pero, simultáneamente y necesariamente acompañado por una polÃtica agrÃcola que genere gran agricultura, que arrastre empleos.
En el Banco de la República hicimos una vez un trabajo para analizar ¿quién es más beneficiado en el campo: el campesino que es empleado de una empresa agrÃcola formal, o el campesino que tiene un pedazo de tierra? Los que más ganan son los asalariados, más que los propietarios, eso es una gran falacia que esta cargada de ideologÃa en el paÃs. Es una discusión bizantina que no ha conducido a nada concreto sino a grandes equivocaciones en polÃticas públicas.
M.C: Has repetido varias veces la frase de que estamos llenos de ideologÃa y no de tecnologÃa, ¿Puedes explicar un poco más a qué te refieres?
C.G: Cada vez que yo oigo hablar sobre polÃtica de tierras vienen los ideólogos a hablar de izquierda, derecha, de centro. Entonces, todo está cargado de ideologÃa en el sentido de que se piensa que sólo de tierra vive el hombre. Que solo un pedazo de tierra adjudicado a un campesino es la redención. Resulta que la agricultura es intensiva en conocimiento, es intensiva en tecnologÃa. Tú vas al Perú, y ves cultivos de espárragos, de uva de mesa, de cochinilla, de mandarina, lo que tú quieras. Con alta tecnologÃa y alta productividad, y muchos éxitos en mercados internacionales. ¿Quién maneja eso? Es una persona que no pasa de 38 años, biólogo o agrónomo de la Universidad de la Molina con un MBA en Cornell o un administrador de la Universidad del PacÃfico, equivalentes a la Universidad de los Andes, con una maestrÃa en biologÃa en Davis, California. Ese es el administrador, el gerente, el talento humano que necesitamos para arrastrar agricultura.
Hoy en dÃa, Colombia se quedó atrás en materia de tecnologÃa. Como la violencia y el narcotráfico abortaron la vocación de los jóvenes por el negocio agrÃcola, el negocio agrÃcola está destruido, con muy pocas excepciones empieza a reverdecer. Pero nos va a tomar tiempo y no podemos soslayar el hecho de que es la gente joven con talento, con conocimiento, con tecnologÃa la que puede sacar el sector agrÃcola hacia adelante. Mira MarÃa Camila, cuando yo estaba niño, conocà la revolución verde de los años 60 y 70, los años más brillantes de la historia de la agricultura en Colombia; no habÃa narcotráfico, habÃa prosperidad en el campo, habÃa una tranquilidad enorme en ese sentido, y eso hay que repetirlo. Si vamos a hablar de agricultura hoy, se trata de tecnologÃa. Pero si vamos a hablar de polÃticas sociales, pues hay otros instrumentos diferentes a la propia agricultura.
M.C: ¿En un escenario hipotético donde se lograran infiltrar los capos y sistemas de la hoja de coca, qué pasa con toda la tierra baldÃa?
C.G: Esa tierra la recupera el Estado a través del proceso de extinción de dominio y de la restitución de tierras. A mi juicio, esa tierra deberÃa recuperarla el Estado y no necesariamente devolvérsela a quienes la perdieron. Esa tierra es la gran oportunidad para hacer un relevo generacional, re adjudicársela a los jóvenes de talento que de manera asociativa y por concurso presenten proyectos productivos con tecnologÃa de vanguardia. Pero no a través de la propiedad privada, sino a través de concesión, a través de relaciones contractuales, leasing, usufructo, en periodos de 50-80 años. Y con el producto que genere esos pagos por arrendamiento o leasing, configurar un gran fondo de pensiones para los despojados. Si tú le preguntas a un campesino hoy que ya tiene 70 u 80 años, que perdió la tierra hace 30 años: ¿prefiere el pedazo de tierra que tenÃa antes o una pensión decente? Se va por la pensión inmediatamente. Eso no tiene sex-appeal polÃtico y electorero, pero eso es lo que realmente deberÃa pensar el paÃs si quiere hacer un relevo generacional con un avance tecnológico y que agregue valor real.