El éxito de una cita romántica está relacionado con los estímulos que nuestro cerebro sea capaz de percibir. Entre más placenteros sean dichos estímulos, mayor será el gusto por lo que estamos haciendo. Ahora bien, el cerebro humano evolucionó de tal forma que asocia el acto de comer con el placer, al igual que con la persona con quien compartimos dicha comida. Cuando comemos algo que nos gusta mucho nuestro cuerpo produce dopamina[1], haciéndonos experimentar un efecto similar a estar enamorados. Por esta razón, es tan difícil dejar de comer chocolate una vez iniciamos, ya que nuestro cuerpo libera grandes cantidades de dopamina y esto resulta muy placentero.
Es un hecho que la comida fortalece los lazos afectivos entre las personas. Independientemente de la cultura o clase social, todos los seres humanos disfrutan compartir alimentos con las personas cercanas. La Escuela de Salud de la Universidad de Harvard realizó un estudio en el que encontró que la mayoría de las familias estadounidenses consideran que la comida es una forma de demostrar afecto. En consecuencia, comer no solo está asociado con el placer, sino con el bienestar.
La comida genera sensaciones como felicidad, satisfacción o bienestar y es capaz de estimular el órgano más importante: el cerebro. Un gran grupo de científicos al rededor del mundo está dedicado al estudio de la Neurogastronomía[2], con el fin de conocer cómo actúan los efectos químicos de los alimentos en el organismo y como se desencadenan emociones a partir de su consumo. Un estudio realizado por la Universidad de Radboud Nijmegen, de Holanda, señala que cuando se está enamorado cualquier alimento se torna más dulce y sabe mejor. Esta relación entre el amor y el sabor dulce se remite a la infancia, dado que la leche materna es dulce y se asocia directamente con el amor de madre. Por consiguiente, consumir alimentos dulces o postres en una cena romántica puede llegar a favorecer el momento.
El gusto por diferentes sabores o alimentos revelan características esenciales de nuestra personalidad. Así lo afirma el Psicólogo Greg Truker, quien ha estudiado el tema a profundidad y concluyó que nuestra preferencia en sabores ofrece una amplia visión de nuestro carácter. Entonces, conocer los gustos de nuestra pareja puede jugar a favor. Una investigación de Knorr, realizada a más de doce mil personas de doce países, reveló que tres de cada cuadro individuos se sienten más atraídos por alguien que comparte su gusto por los mismos sabores. Por lo tanto, podemos salir con alguien al tener gustos similares por la comida y dejando el cómo se ve de lado.
La comida juega un papel importante al momento de asegurar el éxito de una cita romántica. Sin embargo, factores como el entorno también pueden influir a favor o en contra. Es por ello que los especialistas señalan que para lograr el objetivo, la comida debe tener toques picantes, mezclados con acidez y dulces, al igual que la iluminación, temperatura y nivel de sonido deben ser adecuados.
Bibliografía
Plancarte, I. (13 de 02 de 2017). El amor entra por la panza . Obtenido de El Universal : http://www.eluniversal.com.mx/articulo/menu/2016/02/12/el-amor-entra-por-la-panza
Animal. (2016). El amor entra por el estómago. Obtenido de Animal Gourmet: http://www.animalgourmet.com/2016/04/26/el-amor-entra-por-el-estomago-amoralprimersabor/
EnForma. (2017). ¿Cómo la dieta influye en el amor? Obtenido de En Forma 180: http://www.salud180.com/nutricion-y-ejercicio/como-la-dieta-influye-en-el-amor#imagen-2
Unilever. (26 de 04 de 2016). Can flavour help you find #LoveAtFirstTaste? Knorr thinks so…. Obtenido de Unilever: https://www.unilever.com/news/news-and-features/Feature-article/2016/Knorr-love-at-first-taste.html
Mercdo, P. (10 de 06 de 2013). Tintes de seducción culinaria en una cita romántica. Obtenido de Sabrosía: https://www.sabrosia.com/2013/07/tintes-de-seduccion-culinaria-en-una-cita-romantica/
[1] La dopamina es conocida como la hormona del placer. Es un neurotransmisor encargado de enviar señales del sistema nervioso central.
[2] Neurogastronomía, también conocida como neurococina, se encarga de observar cómo la gastronomía puede estimular los diferentes sentidos del ser humano con su imagen, su textura o hasta con su aroma.