No obstante y sabiendo de donde venimos, el Estado se ha olvidado de esto y está empezando a actuar en contra de los procesos agrícolas tradicionales con los cuales el país había llegado hasta donde hoy se encuentra, como ejemplo de esto se encuentra el decreto 9.70, a través del cual el Estado se comprometió con E.E.U.U a utilizar semillas certificadas, las cuales en su mayoría son producidas por empresas americanas, de tal manera que ahora producir un kilo de arroz, por ejemplo, cuesta un 50% mas de lo que constaba antes, con ello se está disminuyendo el margen de utilidad al agricultor, pero tiene a E.E.U.U tranquilo haciendo las veces de terrateniente en las tierras nacionales. Hay que aceptarlo, E.E.U.U a través del TLC nos cogió como su finca, poniendo las exigencias en los cultivos y tomando las decisiones importantes que a este respectan.
La producción agrícola de Colombia para el año 1958 era muy alta en comparación al numero de hectáreas cultivadas, pero con el transcurso de los años esta producción ha disminuido, aún cuando la cantidad de hectáreas sembradas sigue en aumento. Lo anterior nos explica con claridad que los procesos agroindustriales y de manejo de fertilizantes que los norteamericanos nos quieren introducir a como de lugar no tienen los resultados esperados, esto debido a que nuestra economía agrícola es minifundista y no de grandes extensiones como la de otros países que si han podido implementar con éxito las políticas de cultivo americanas.
Por razones como las anteriormente mencionadas, y un sin fin mas que no menciono en este escrito, tengo las razones suficientes para decir que apoyo el paro en contra del alzhéimer del Estado. No podemos dejar que éste se olvide de donde venimos, y trate de cambiar el rumbo del país desde las políticas de apertura económica y de mercados que sólo favorecen a unos pocos, quienes en nuestra historia han sido tan relevantes como el agro en nuestra economía.