Lo anterior significa, que el 33% del total de las plantaciones de palma a 2012, se han visto afectadas por la PC, y aunque en Colombia, se ha documentado la aparición de la pudrición basal del estípite (la cual azota el sureste asiático), son otras las enfermedades que aquejan a las plantaciones del país, como la pudrición del cogollo (PC) y la marchitez letal (ML).
Figura 1. Hongo Phytophthora palmivora causante de la pudrición del cogollo en el país. Tomada: (Rubio, 2010)
La PC, producida por el hongo Phytophthora palmivora, del que sugieren las investigaciones “se trata de una especie orignaria de centro y sur América, encontrándose en plantas nativas como cacao, caucho, papaya, aguacate, coco y otras frutas tropicales y subtropicales, de donde han migrado con sus hospederas a otras zonas” (Drenth y Guest. 2004: Erwin y Ribeiro, 1996: Zentmyer, 1983), “causando disminuciones severas en la producción de hasta un 30% en toneladas de fruto fresco (Rubio, 2010)”, como por ejemplo “en 1967 ésta devastó en la zona de Turbo, (Antioquia), en 1967, 2.000 hectáreas de palma, de las 2.700 sembradas en la plantación La Arenosa, de Coldesa S.A. (Ochoa, 1974). En los Llanos Orientales, la enfermedad empezó en la Hacienda La Cabaña, en 1989, y alcanzó una incidencia del 15,4% para 1991” (Zambrano, 1991). Y actualmente, “en la zona de Tumaco hace unos veinticinco años, pero hacia mediados del año 2004 tomó un carácter endémico, esta enfermedad se caracteriza en la zona por ser letal.” (Rubio, 2010). Los síntomas de esta enfermedad se han descrito como la “pudrición de la primera flecha15 en el peciolo con caída de este, luego se extendió a todas las flechas, permitiendo el retiro de las mismas con mucha facilidad, paralelamente hay un amarillamiento de las hojas jóvenes, avanzando hasta las medias, las que posteriormente se necrosan y mueren, la pudrición es acuosa el cual es más activo en época de lluvias o humedad relativa alta.
Durante la búsqueda de una cura a esta enfermedad, Cenipalma (brazo científico de Fedepalma), caracterizo los síntomas, a través de una escala de severidad, empezando desde grado cero (0); no hay lesiones, hasta el grado cinco (5); donde el 80.1% a 100% del área de la flecha, está infectada, por lo que la hoja está dañada totalmente. Y una vez, demostrada tal letalidad de esta enfermedad, se pone en marcha, más o menos en 2010, bajo el programa de plagas y enfermedades, el subproyecto en fisiología de la pudrición del cogollo de la palma de aceite, el cual tiene como objetivo general “Mejorar el conocimiento de las causas de la enfermedad de la pudrición del cogollo, así como de su sintomatología y efecto de las condiciones ambientales, con el fin de brindar herramientas al palmicultor para el manejo y la detección oportuna de la misma.” (Cenipalma). Y de esta manera, contribuir en la búsqueda de soluciones en pro a curar esta enfermedad, en plantaciones de las cuatro (4) zonas palmeras de Colombia. Primeramente, a través de estrategias de biocontrol, al igual que en el sureste asiático, básicamente a través del “uso de un hongo antagonista de hongos patógenos, como el Trichoderma harsianum” (Rubio, 2010). En segundo lugar, a través del “desarrollo de materiales de siembra de siembre que muestra tolerancia a la misma, como el híbrido interespecifico OxG (Elais oleífera x Elais guineensis) (Aldana, 2012). Y, en tercer lugar, a través de la detección temprana de la enfermedad, para actuar en grado 1 y 2, y así evitar la erradicación de la planta enferma a través de incineración, moto sierra, o retroexcavadora, pues “al no verse afectado el meristemo17 desde los primeros síntomas, hay oportunidad de recuperar las plantas enfermas” (Rubio, 2010).
Sus consecuencias, afectan de manera directa a las comunidades alrededor de las plantaciones y que dependen económicamente de estos cultivos, para ganarse la vida. Como por ejemplo, en Puerto Wilches, Santander, donde los palmicultores temen su quiebra por pudrición del cogollo, http://www.youtube.com/watch?v=OU45VNt5DHI, en parte debido, a las grandes pérdidas de casi el 70% de la siembra. Sin lograr, una renovación de sus cultivos, por la falta de capital. Pues los bancos no quieren prestar dinero, o, lo hacen a bajo intereses muy altos, ya que, según estos, no hay garantías de pago. Aclamándose una intervención del Estado por parte de los pequeños y medianos palmicultores, principalmente en materia económica, luego de una renovación de los cultivos de las grandes empresas.
Figura 3. Haplaxius (Myndus) crudus –insecto responsable de la diseminación de la ML. Tomado de Google Images
Por otro lado, encontramos la enfermedad de marchitez letal (ML), “cuyos registros en Colombia no son recientes ni limitados a la Zona Oriental, Mena y Martínez (1977), identificaron entre 1965 y 1975 en la plantación Oleaginosas Risaralda, ubicada en Norte de Santander” (Publicación Revista Palmas, 2012) y aunque el patógeno que causa la ML aún se desconoce, «se identificó a Haplaxius (Myndus) crudus, como el insecto responsable de diseminar el patógeno causante de La ML se presenta en su mayoría, en palmas de más de siete años de sembradas, y sus síntomas son; amarillamiento de hojas, secamiento progresivo de ápices18, en general, aborto de las inflorescencias. Luego una pudrición gradual de raíces, racimos y muerte progresiva y rápida de la palma. “La enfermedad progresa rápidamente y la palma muere en un periodo de tres a seis meses después de aparecer el primer síntoma” (Gómez., 2004). Y aunque, como tal, no existe una cura, la solución más acertada es la implementación de técnicas de manejo, enfocadas en reducir las tasas de desarrollo del insecto causante de la ML. “Su importancia no sólo radica en las más de 1.000 ha erradicadas en la Zona Oriental entre 1994 y 2010, sino en su rápida diseminación hacia otras zonas palmeras.” (Publicación Revista Palmas, 2012), como por ejemplo “en la zona del bajo Upía, se reportó en julio de 1994 en la plantación Palmar del Oriente S.A., en 1999 en la plantación Palmas del Casanare, en 2000 en la plantación Palmeras Santana y recientemente en la plantación Palmeras del Upía” (Perez & Cayón, 2010). Dejando entrever su rápida diseminación principalmente en la zona oriental.