En primer lugar, el fenómeno de las sharing economies, tales como Uber y Airbnb han cambiado la manera en la que se remunera a los empleados. Este fenómeno cambia por completo el sistema tradicional en el que a un empleado hay que pagarle todas las prestaciones sociales y se centra únicamente en el dinero adicional que cada persona quiere adquirir por prestar un servicio. En la conferencia que dio Santiago Jiménez, ejecutivo de Rappi Colombia, mencionaba que una de las amenazas en el país era la extrema protección al trabajador que existe. Rappi, por ejemplo, solo paga ARL a sus domiciliarios y el costo del domicilio como servicio, este tipo de esquemas de trabajo no están regulados en el país y es la principal causa por la cual plataformas como Uber operan en la informalidad; cabe resaltar que para el gobierno no es viable declarar este tipo de plataformas como ilegales, ya que dejaría a miles de colombianos sin empleo. En conclusión, antes de aprovechar las economías compartidas, era imposible pensar en pagar el salario mínimo del primer mundo a varios domiciliarios en cada cadena de comida, ahora es posible y bastante eficiente, tanto para las cadenas de comida como para las personas que ganan un ingreso extra prestando el servicio de domicilios.
En segundo lugar, se encuentran los hábitos de consumo de las nuevas generaciones. Según un estudio de Technomic en 2015, los Millenials son más propensos que otras generaciones a pedir comida a domicilio, lo cual representa un quinto de las veces en que toman un servicio de comida, frente a una décima parte de los Baby Boomers. El hecho de que sean las generaciones jóvenes las que más tomen este servicio, garantiza que el consumo a domicilio va a seguir aumentando a medida que estas generaciones llegan a sus picos más altos de ingresos.
La tercera causa es el incremento en el capital invertido en el negocio de pedido a domicilio bajo demanda. En 2015 se invirtieron 1.2 mil millones de dólares, el doble de lo invertido en 2014 y 25 veces lo invertido en el 2013.
Pero, por otro lado, el crecimiento de los domicilios a nivel mundial genera nuevas amenazas. La primera es la amenaza de nuevos entrantes, el hecho de que las personas ya no valoren tanto el salir a comer, hace que las barreras de entrada sean menores en cuanto a costos de infraestructuras. Existen nuevos restaurantes que solo invierten en producción y domicilios, y con menos capital les quitan mercado a los restaurantes tradicionales y grandes cadenas. Finalmente, algunos estudios aseguran que los consumidores culpan a los restaurantes por los errores de los domicilios tercerizados.