En este sentido, participar en mercados de valor dispuestos a pagar por este tipo de cafés contribuiría a disminuir la dependencia que tiene el gobierno en los hidrocarburos. La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC) describe los cafés especiales cómo: “…cafés diferenciados por características de preparación, sostenibilidad o origen en su producción”. Sin demeritar la labor de la FNC a favor de los caficultores colombianos esta percepción de los cafés especiales no está totalmente alineada con lo que se demanda en los mercados de valor.
Los cafés por preparación son aquellos los cuales están clasificados según el tamaño del grano una vez trillados. Estos cafés se comercializan bajo las categorías Caracol, Europa, Extra, Supremo y Premium. Cabe resaltar que estos cafés no están ligados a un origen específico y los atributos de la taza no son considerados. No obstante, los comercializadores utilizan la preparación de este café como una ventaja comercial donde logran sacar una ganancia que no es retribuida al productor.
Los cafés de sostenibilidad están relacionados con sellos que certifican buenas prácticas, ya sean sociales, ambientales o administrativas, como Nespresso, 4C, UTZ y FairTrade. Para recibir estos los productores deben hacer inversiones en sus cultivos esperando recibir un sobre precio al momento de realizar la venta. No obstante, este sobre precio recibido no alcanza a compensar las inversiones que hacen en sus cultivos y el costo de la visita de acreditación (2.000 dólares anuales para un grupo aproximadamente). Hoy en día, la acreditación Nespresso paga 5.000 pesos de sobre precio por arroba, 4C paga 500 pesos, UTZ paga 2.000 pesos y FairTrade paga 500 pesos. Estas empresas exigen a los productores ciertos requisitos en los cultivos y procesos de beneficio, les pagan unos sobre precios insignificantes y utilizan el sello para obtener ganancias a nivel comercial sin retribuir al productor, quien verdaderamente está haciendo el esfuerzo de producir un café de mejor calidad. En pocas palabras, se exige trazabilidad en la producción del café, pero el productor no tiene trazabilidad del cliente que compro su café y a qué precio.
Finalmente están los cafés de origen los cuales vienen de una zona geográfica determinada con características intrínsecas los cuales se venden sin mezclar con otro tipo de cafés. Estos son catados y perfilados bajo el sistema de calificación SCA por catadores certificados donde su puntaje es un factor determinante para negociar el precio. Se dice que un café es de especialidad cuando obtiene más de 84-85 puntos sobre 100 sumando el resultado de diez categorías diferentes dentro de las cuales está el aroma, la fragancia, el cuerpo y el sabor residual. Micro tostadores especializados pueden pagar por un café de 85 puntos entre 3 y 4 dólares por libra de café verde. Este es el segmento de mercados al que Colombia le debe apuntar pues aprecian los cafés de alta calidad y están dispuestos a pagar precios que retribuyen el esfuerzo de los caficultores.
Los cafés de origen diferenciados por atributos de taza deben ser el enfoque de la estrategia comercial que debe implementar la caficultura colombiana. Actualmente se habla de que estos modelos deben tener como pilar fundamental el comercio directo y comercio justo (FairTrade). Sin embargo, como se mencionó anteriormente, sellos de sostenibilidad como lo es Fairtrade tan solo generan costos por el proceso de acreditación y el sobre precio pagado es insignificante. Por lo anterior, la comercialización de cafés especiales se debe regir bajo un modelo de comercio directo. Este lo que busca es la eliminación de intermediarios que se involucran en el proceso del café y que capturan ganancias sin añadir valor. Los negocios de café se deben dar directamente entre productores y tostadores contratando servicios como el acopio, trilla, logística, exportación e importación para que así se retribuya directamente al productor quien es el verdadero generador de valor en esta industria.
Sería poco realista pensar que las 500.000 familias cafeteras que hay en Colombia pueden producir cafés especiales y acceder a estos mercados de alta valor. La realidad es que la mayoría de los productores viven con lo justo y no tienen los recursos ni el conocimiento para producir este tipo de cafés. Iniciativas como la de Hugo López, fundador de Innovakit, han incentivado a los productores a producir cafés de mayor valor y les han facilitado el acceso a productos y sistemas que facilitan la producción de estos cafés. Los Comités Departamentales de Cafeteros son fundamentales en este proceso pues por medio de su servicio de extensión buscan mejorar la calidad de los cafés. Adicionalmente, se debe invertir en centros de beneficio y laboratorios regionales en los cuales haya un personal capacitado y certificado para que los productores puedan llevar sus cafés y recibir una calificación y retroalimentación en aras de mejorar la calidad.
Una vez se desarrolle una oferta de cafés especiales de alta calidad se debe iniciar una gestión comercial basada, como se dijo previamente, en el comercio directo. Dada la realidad de la caficultura colombiana surge la necesidad de operar bajo modelos o plataformas de negocio sostenibles donde el pilar principal sea la transparencia. La empresa Algrano de Suiza opera bajo este modelo conectando productores de diversos países con tostadores en Europa de manera directa y sin ningún intermediario. Así mismo, las uniones entre productores son de suma importancia para este proceso pues se pueden crear sinergias y trabajar en equipo para lograr mejores resultados en taza. Ejemplo de esto es Coopcafees, una unión de 22 productores de café de Caldas los cuales han venido trabajando de manera conjunta para producir cafés de alta calidad y han logrado acceder a mercados de valor en Estados Unidos, Europa y Asía.
Es claro que los retos que implica entrar al mercado de cafés especiales son inmensos. Sin embargo, sería más preocupante no tener una alternativa para un sector agrícola de la dimensión de la caficultura. Ya hay diferentes iniciativas en Colombia para lograr este objetivo, sin embargo, todavía queda mucho trabajo por delante para lograr que la caficultura en Colombia sea nuevamente un negocio rentable y justo, donde el productor sea el más beneficiado de la cadena.
Referencias
Federación Nacional de Cafeteros (2020). Cafés Especiales. Recuperado de: https://federaciondecafeteros.org/wp/programas/cafes-especiales/
Federación Nacional de Cafeteros (2017). FNC en Cifras. Recuperado de: https://federaciondecafeteros.org/static/files/FNCCIFRAS2017.pdf