Un modo de conocer y hasta de predecir es el estadístico. Para muchos estudiosos es el único modo: conocer la realidad a partir de los datos numéricos. Pero como en todo lo humano hay que andar con cautela; la libertad humana se interpone en medio de las predicciones de los investigadores sociales. Pocos asuntos de la acción humana se monitorean con tanta exactitud como los merecados bursátiles y pocos son tan vulnerables a la predicción. El colapso financiero y económico de los últimos dos años es un ejemplo dramático. Ya existen toda suerte de explicaciones ex-post, pero las anticipaciones o las alertas ‘ante’ fueron escasas en su momento, excepción hecha por aquellos estudiosos del sistema bancario y en particular del nortemaericano que previeron una acción irracional en sus operaciones.[i]
Otro modo es la simple observación como, por ejemplo, en lo que al uso de la tierra se refiere, lo que se puede observar desde la ventana de un avión. Nuestros valles interandinos demuestran linderos cuyos tamaños son de explotación probablemente agroindustrial. En cambio, en las zonas montañosas prevalece el minifundio. Naturalmente que aún quedan extensiones considerables sin afectar (y no hago referencia a los llanos orientales).
Si se hace el mismo ejercicio para cualquier trayecto semejante pero en norteamérica y, por ejemplo, en los valles del Río Mississippi o Tennessee, se observan que en las grandes extensiones de estos valles se hallan las cuadriculas de linderos de las fincas, en su mayoría, familiares. No pareciera quedar extensión alguna de tierra ociosa.
Estas tierras vienen explotándose de manera intensiva desde mediados del siglo XIX. Con tecnologías que arrojan productividades insólitas y que arrojan volúmenes, por ejemplo, hasta del 50% de la producción de maíz del mundo, por dar un ejemplo.
¿Cómo se llegó a eso? ¿finqueros diferentes? ¿instituciones superiores? Por una serie de razones. Una de ellas, el establecimiento por parte del gobierno federal en 1862 de las ‘Land Grant Colleges’. Donación de propiedad federal de al menos 120Km2 por número de congresistas de cada Estado para el establecimiento de universidades. Estas tendrían como propósito que “sin excluir los estudios clásicos y científicos y de tácticas militares, enseñar aquellas disciplinas relacionadas con la agricultura y las artes mecánicas, de acuerdo a la legislación de cada Estado, con el fin de promover la educación liberal y práctica de las clases industriales en su búsqueda de quehaceres profesionales” [ii].
¿Quién se imaginaría hoy que ese fue el origen de la Universidad de California (Berkeley, Davis, etc.), MIT, Cornell, y 70 más? Y todo porque en la cultura anglosajona no se desprecia el trabajo manual. Éste en armonía con el trabajo intelectual –si se aceptara esta interpretación del trabajo humano- es fuente de creación técnica. El tacto da un sentido de realidad que le impone a la mente y las ideas límites, pero también despierta potencialidades. Basta visitar cualquier museo de artes industriales, para observar cómo las herramientas se han transformado en un proceso experimental de ensayo y error.
Se requiere una transformación cultural de gran envergadura en nuestra sociedad para que el finquero considere importante que su hijo reciba una formación técnica o universitaria, que el hijo(a) recién ingresado al centro educativo no sienta verguenza de su origen ‘rural’ y, luego de sus estudios, considere retador volver o la finca de sus padres u otras o se involucre en actividades agroempresariales. Pero el cambio más dramático es el que los centros de educación superior sean capaces de crear un sistema de prestigio alrededor de la investigación y docencia relacionada con la agricultura ambientalmente sensata, la producción de alimentos o bio combustibles, su distribución y comercialización. He ahí el meollo de nuestro reto.
En el entretanto brasileros, chinos y granjeros de Illinois, por citar unos ejemplos, comprarán nuestras tierras y nos enseñarán la importancia de, primero conocer, para así valorar de modo práctico el trabajo agrícola y pecuario, mientras funcionarios ‘urbanitas’ deciden el destino del campo que ignoran, pero cuyos modelos estadísticos y econométricos arrojan los resultados que desean.
[i] Javier Serrano ofreció una conferencia para el evento mensual de la Escuela de Posgrado sobre el tema de la Banca y su posible crisis en el 2008.
[ii] http://en.wikipedia.org/wiki/Land-Grant_College_Act Accesado Abril 15, 2011