5 de Agosto de 2016:
Cuando llegué a China en enero de 2015 todos mis amigos extranjeros tenían nombre chino, pero yo no. Estaba en el aeropuerto de Shanghai y un niño de 9 años me preguntó cuál era mi nombre Chino, yo le respondí que no tenía y él me dijo que me daría un nombre. Después de mirarme, titubear y pensar me dijo que por mi apariencia mi nombre era é›… (Ya) que significa ‘correcto’, ‘refinado’ y ‘elegante’ y que podía usar su apellido, (è§) Xiao, porque cuando un Chino le pone a un extranjero un nombre le puede ceder su apellido. Ese día le pedí al niño que me escribiera mi nuevo nombre en una servilleta y desde entonces me bauticé con el nombre Xiao Ya en China.
Aunque en el primer diario que escribí les conté que mi motivación para hacer la huerta era buscar alguna actividad que me desconectara de los números de una Maestría en Economía General, del estrés de la ciudad, de la vida acelerada, y que me sacara por momentos de mi propia cabeza, tengo que confesar que el haber vivido en Tianjin hizo que los temas del agro me llamaran mucho más la atención. En China tuve una dieta balanceada, rica en frutas y verduras, que a diferencia de mi vida en Colombia nunca había tenido. En China vivía sola, no sabía cocinar y tampoco tenía cocina para hacerlo, entonces me dediqué a desayunar siempre cereal con leche de soya en polvo, almorzar verduras en restaurantes cercanos y a cenar frutas frescas que compraba todos los días. La comida occidental la comía muy poco porque además de ser costosa era dificil de encontrar en el distrito Nankai donde yo vivía. Al regresar a Colombia mis papas se sorprendieron de la cantidad de frutas que me gustaba comer, que nunca antes había comido, y también se sorprendieron que mis problemas de colón y asma habían desaparecido.
Me grato contar que llevo exactamente un año y 7 meses sin ninguna crisis asmática, lo cual es muy extraño ya que desde que tenía 3 años de edad cada 4 meses tenía una crisis y, además, desde que llegué a China dejé de usar mi Beclometasona y Ventilan, medicamentos que hasta entonces me eran indispensables. Sinceramente considero que todo esto se lo debo a la alimentación y a que reducí el estrés que tenía en mi vida.
Regresar a Colombia a comer pizza, sandwich, hamburguesas, pollo, carne asada fue muy difícil ya que yo estaba siguiendo una dieta muy sana. Los primeros días comencé de nuevo a enfermarme del colón, y decidí entonces volver a los hábitos alimenticios que había adquirido en China. Esta idea me duró 15 días, ya que me di cuenta que la facilidad de conseguir frutas y verduras en todas las esquinas de Tianjin, Bogotá no las tenía.
En China estaba acostumbrada a almorzar solamente verduras con pollo, pato o cerdo, aunque los asiáticos comen mucho arroz, a mi no me gustaba tanto. Y por las noches siempre salía a comprar a la calle alguna fruta de temporada. En China hasta las 11:00 pm es fácil encontrar fruta en la calle. En Colombia por el contrario, es muy dificil encontrar donde comprar fruta, a mi me daban muchas ganas de comer banano, pero tenía que esperar para ir a un supermercado y comprarlo. Es así como mis antojos de comer sano se fueron reduciendo.
También me di cuenta que China y en general Asia tiene el triple de hortalizas que América, y lo que más me impactó, es la cantidad de hongos comestibles que ellos tienen y nosotros no. La siguiente foto es de mi champiñón preferido que en Colombia no existe:
Después de buscar en varios mercados este champiñón y no encontrarlo, con mi mamá tuvimos la idea de cultivarlo en mi finca con la ayuda de unos Chinos que siembran hortalizas chinas. Hasta el momento ha sido muy difícil conseguirlo además de que hay temas legales que se deben revisar antes de hacerlo, pero gracias a esto y al gusto que adquirí de comer frutas y verduras fue surgiendo la idea y las ganas de sembrar mi propia huerta.
Ya les conté una anécdota en este diario, pero se preguntaran cómo está la huerta. La huerta está muy linda, porque tiene pequeñas plantitas con pequeñas hojitas. Cada planta tiene aproximadamente 8 hojitas.
Pero es importante mencionar que hubo varios semilleros que nunca me germinaron y por ende, no los trasplanté. Las plantas que nunca me crecieron fueron: coliflor, la mitad de las semillas de espinaca, la mitad de semillas de rugula, lechuga romana orgánica, berenjena, zanahoria orgánica y orégano.
Es entendible que la lechuga romana y la zanahoria por ser orgánicas nunca me crecieron, ya que muy ingenuamente le di el mismo tratamiento a las semillas genéticamente modificadas y a las orgánicas. Ahora aprendí que a las semillas orgánicas se les debe dar un cuidado especial porque son muy pequeñas, y los insectos fácilmente se las comen, y estas semillas no soportan cambios bruscos de temperatura, mientras que las otras sí lo hacen. De igual manera tendré cosecha de lechuga escarola y de zanahoria no orgánica.
También es muy raro que la mitad de las semillas de rugula y la mitad de espinaca no me germinaron mientras que la otra mitad sí lo hicieron. No sé cuál fue la diferencia entre las dos semillas, pero de pronto la mitad fue sembrada por mi mamá y la otra mitad por mi.
Por otro lado, el orégano es la semilla que más rápido germinó, pero también la que más rápido se murió y no alcancé a trasplantar. No sé la razón exacta por la cual pasó todo esto, lo trataré de averiguar más adelante.
Estas son las fotos de algunos semilleros que no germinaron:
Con los semilleros de la guayaba tuvimos un problema y fue que pensamos que nunca germinarian y los dejamos de cuidar y de regar con agua. Pero después de leer acerca de la guayaba me di cuenta que estas semillas se demoraban mucho más tiempo en germinar que las otras (aproximadamente 35 días) por ser un árbol y yo pensé que se habían muerto. Para la próxima vez esperaré más tiempo para la guayaba y para todas las semillas que sean de arbustos.
Todo esto son aprendizajes para mis futuros cultivos de hortalizas. En mi próximo diario les hablaré sobre el cuidado de las plantas que ya están creciendo para que los animales e insectos no se las coman.