Se podrían mencionar variadas causas para explicar este abandono, y en consecuencia la falta de competitividad del campo en Colombia. La falencia endémica de infraestructura para sacar los productos del centro del país, el conflicto interno que victimizó a los campesinos, la concentración de la tierra en unos pocos, la desigualdad entre el campo y los centros urbanos, el acceso a servicios públicos en el campo, entre muchas otras. Todas las anteriores son consecuencias, más que problemas en sí mismos, de la falta de institucionalidad del campo. Y es que aunque es conocido por la sociedad que uno de los principales problemas de Colombia como Estado es su debilidad institucional, el campo y los campesinos sufren de un mal peor y es la falta de esta, existen organismos encargados de velar por los intereses del campo, como lo es el Ministerio de Agricultura, y de sectores específicos como o han sido las agremiaciones, sin embargo estas a pesar de algunos logros, han tenido un éxito limitado. El alcance de la institucionalidad va mucho más allá, y las reglas del juego bajo las cuales se enmarcará el campo colombiano no son claras o se quedaron en el papel. No hay claridad y mucho menos representatividad del campesino en el ámbito político nacional.
Antes de continuar profundizando en la causa de las manifestaciones campesinas, vale la pena entender cuál es la definición de campesino en nuestro país, y para ello el centro de investigación y educación popular (CINEP) propone una que plasma la compleja realidad colombiana.
“En la actualidad, cuando nos referimos al campesinado, o a los sectores campesinos, estamos refiriéndonos a un sectorsocial amplio y heterogéneo. Las características particulares y las diferencias entre los grupos sociales y económicos que hacen parte del sector campesino dependen de aspectos tan diversos como el tipo de sistema de producción, la modalidad de acceso a las tierras rurales, las diferencias geográficas y culturales, los alcances del proceso diferenciado de construcción del Estado en la región en la que se encuentran, y los impactos del conflicto armado y la violencia socio-política.” (Informe especial Luchas sociales, derechos humanos y representación política del campesinado, 2013)
Lo anterior evidencia lo complejo que es tema agrario en Colombia. Hay sectores que actualmente proponen que debería hablarse de personas vulnerables para darles un estatus parecido al de las minorías, los afrocolombianos o los indígenas, sin embargo la heterogeneidad del campo colombiano no permite un acercamiento de este tipo. La Constitución de 1991 da un estatus de prioridad al campo y solo allí se vislumbró un fundamento de institucionalidad, sin embargo las políticas de apertura que comenzaron en esa década dejaron el campo de lado, comenzando una competencia con productos importados en condiciones de total desigualdad. Algunas agremiaciones han logrado institucionalizarse como La Federación Nacional de Cafeteros y Fedegán, sin embargo su aporte al campo colombiano, dejando de lado los aportes que hizo a las familias cafeteras la federación en algún momento, el aporte a los minifundistas cada vez es menor, teniendo en cuenta que la ganadería en Colombia es uno de los sectores que más evidencia el problema de concentración de tierras.
La relación del campesinado colombiano con el conflicto armado es otra de las variables que no ha permitido la institucionalización, han sido las principales víctimas del conflicto, con desplazamientos, asesinatos y desarticulación familiar. Si bien el conflicto inició defendiendo sus derechos, al ingresar el narcotráfico, estese volvió contra ellos. Tras el abandono del Estado y la falta de presencia de la fuerza pública varias regiones pasaron a la siembra de cultivos ilícitos, pues era la única forma de sobrevivir bajo el imperio de la ley de los grupos armados. Una vez más el campesinado fue estigmatizado y el paramilitarismo comienza a atacarlo victimizándolo de nuevo y apropiándose de sus terrenos, cuando los campesinos intentaron defender sus derechos fueron atacados.
Las respuestas de los diferentes gobiernos de turno han sido muy limitadas, los diferentes intentos de reformas agrarias han fracasado en dar solución a los campesinos en medio de la complejidad social del campo. Colombia según la FAO, en su informe de seguridad alimentaria, está en la capacidad de ser un exportador de alimentos, y actualmente importa varios de ellos, si no se toman medidas para institucionalizar el campo y darle un espacio en la agenda política, no solo se continuarán presentando problemas de carácter social, sino que un acuerdo de paz en un campo abandonado no tendrá cabida, mucho menos tendrá el soporte social de este sector que ha sido golpeado por todos los grupos armados. El día en el los campesinos soportados por instituciones sólidas puedan sentarse en el congreso, y ser partícipes de las decisiones que los afectan, la infraestructura, los servicios y la desigualdad serán problemas que se podrán discutir de lo contrario continuaremos por la senda de un campo empobrecido y con miras a comprometer la seguridad alimentaria de nuestro país.