Se establecen y expanden tres grupos familiares que consolidan el control sobre los medios productivos propios del cultivo de la caña de azúcar y de su proceso de transformación hacia la panela o el azúcar refinada. Estos grupos a los que me refiero son los Eder, de los cuales ya hablamos de manera detallada en el articulo anterior sobre La Manuelita, los Cabal y los Caicedo. Aunque estos grupos no fueron los únicos en invertir capital en ingenios nuevos, sí fueron capaces de mantener una posición predominante en el sector. Posición que aun comparten y de ahí la necesidad de considerarlos para entender mejor dicho sector azucarero en el Valle del Cauca. Se va conformando entonces, un sector con una situación común de intereses compartidos y que poseen, como ya lo mencionamos anteriormente, gran parte de los medios productivos necesarios para emprender un negocio rentable tomando como base el cultivo de la caña de azúcar.[1]
Aunque los propietarios de las primeros ingenios tuvieran características y deseos en común, no existía una acción integrada entre ellos que les permitiera desarrollar el sector de manera más rápida y organizada, introduciendo nuevas tecnologías y formando un gremio poderoso. De hecho, las primeras interacciones de los ingenios fueron bastante conflictivas, con cada grupo manejando influencias políticas diferentes que les permitiera tener presencia en los aparatos del Estado encargados de la toma de decisiones.[2] Esto es bastante diferente a lo que se vive hoy en el sector, el cual es un ejemplo a seguir para los demás sectores productivos de la agricultura colombiana, ya que han sabido organizarse a pesar de los conflictos previos y formar organizaciones gremiales solidas como lo son Asocaña y Cenicaña, entre muchas otras más.
Cada grupo familiar había fundado uno de los primeros tres ingenios que hasta 1930 existían en el Valle del Cauca. El primero fue Manuelita de los Eder, después en 1926 aparece Central Azucarero del Valle S.A que desde 1954 es conocido como Ingenio Providencia, fundado por Modesto Cabal Madriñan, finalmente, en el año 1928 Hernando Caicedo Caicedo inaugura Ingenio Riopaila S.A y se instala la fábrica de azúcar en el corregimiento de La Paila. Entre estos tres ingenios, los más grandes y productivos de la región, manejaban el 59.2% de la producción nacional en 1938 y ya para el año 1956 tenían el 64.5% de la producción, lo que demuestra su potencial productor. Hoy el Valle del Cauca produce prácticamente el 100% del azúcar que se consume en el país. [3] Tal concentración de la producción y propiedad de los medios productivos de la caña de azúcar, representa una jerarquización interna del sector, lo que lleva a que se compartan intereses en otras industrias de la economía.[4] Es así como estas familias se convierten en las mas influyentes en el campo político e ideológico de la región y en ejemplo de pujanza empresarial para todo el país. Ya en la década de los años cincuenta, se establecen en el Valle del Cauca cuatro ingenios más, La Carmelita, Central Tumaco, La Cabaña y Melendez, dando así comienzo a un cluster importantísimo en la región y la sustitución de muchos otros cultivos por el de la caña de azúcar, para así convertirse en proveedores de un sector agrícola con proyecciones muy interesantes. En esta época también vemos influencia del grupo Cabal, quien participa en el establecimiento de Ingenio Pichichi en 1941 y San Fernando en 1948, y de los Caicedo quienes fundaron Central Castila en 1945.[5] Como podemos evidenciar, ya en estos años existe una industria moderna en el Valle del Cauca que continua hasta el día de hoy, pero como es de esperarse con algunos cambios en la propiedad de algunos de los ingenios mencionados anteriormente.
@JuanFCabal