El Informe presenta la existencia de un índice de ruralidad elaborado por el INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos), en el cual se hace evidente que municipios que eran catalogados como urbanos por su tamaño, son verdaderamente rurales por sus diferentes particularidades. Llega así a la conclusión que “las tres cuartas partes de los municipios del país son predominantemente rurales (75,5%)” (PNUD, 2011). Esto plantea un reto gigante, y es empezar a reconocer el campo como un elemento fundamental de nuestra cultura y de nuestra sociedad. En resumidas cuentas, se propone que “lo rural en el mundo de hoy implica nuevas y prometedoras actividades productivas, además de las agropecuarias, tanto como agendas más amplias sobre las relaciones del hombre con la naturaleza y la sostenibilidad de ciertos modelos de desarrollo.” (PNUD, 2011)
Ahora bien, uno de los vicios, considero, que están arraigados en nuestra sociedad, es quejarse sin actuar. Reconocernos como un país más rural, parte de justamente haber obviado por años la relevancia de este sector y de sus diferentes actores, siendo éste el problema. Estamos acostumbrados a pensar en todos los problemas, y no en construir soluciones. Luisa Sarria, quien pertenece a la iniciativa ‘Con la Cuchara No se Juega’, y los otros miembros, se cansaron de hacer parte de esta masa que se queja y no actúa. Y es justamente aquí donde nace la iniciativa ‘Con la Cuchara No se Juega’, la cual quiero compartir en este artículo.
‘Con la cuchara no se juega’ iniciativa innovadora compuesta por dos diseñadoras, dos artistas y una antropóloga, se la juega por trabajar justamente en reconstruir y reivindicar ese legado campesino olvidado. Este proyecto editorial busca a través de la elaboración de recetarios, explorar la diversidad de los alimentos, conocer de primera mano las vidas de los campesinos, entender las dinámicas de la agricultura, y evidentemente masificar este conocimiento. Parte de la premisa del reconocimiento de una realidad rural compleja; el desconocimiento de la labor del campesino en las ciudades, la masificación de “dietas monótonas que aleja de las raíces culinarias” (Con la Cuchara No se Juega, 2017)la pérdida de la diversidad en semillas, el fomento del monocultivo para suplir las necesidades de las ciudades, entre otros. Justamente el entendimiento de esta realidad, los llevó a establecer sus principales objetivos: visibilizar y valorar la labor del campesino, diversificar las posibilidades de la cocina en Colombia, recordar que los alimentos son el ejemplo de dinámicas culturales y sociales, y entender que a través de ellos se tejen comunidad. (Con la Cuchara No se Juega, 2017)
Innovadora en el sentido que propone acercar a los consumidores a estas problemáticas, a través de la diversificación y exploración de la culinaria colombiana. Entendiendo esto como una manera más directa de llegar al público, como un mecanismo para informar a los consumidores, y lograr generar cambios desde lo individual hacia lo colectivo. En palabras de Luisa Sarria “el recetario es un vehículo de intercambio de información que puede beneficiar a dos o más personas que de otra manera no se encontrarían”.
Una de las barreras que ha encontrado esta iniciativa es que las convocatorias para lograr cierto tipo de financiación, en pro de complementar el proyecto, parecen hacer requerimientos que son absurdos. Exigencias en términos de experiencia laboral, académica, y otros evitan que proyectos buenos logren desarrollarse. Sin embargo, lo más esperanzador es que a pesar de estas barreras no han escatimado esfuerzos para continuar con su proyecto. Lograr vincular a los jóvenes a las problemáticas del país, debería ser una de las grandes banderas de los diferentes gobiernos
A través del conocimiento y reconocimiento gastronómico y cultural de los campesinos y de los alimentos, se reivindica su importancia y relevancia en un país que le apuesta a lograr el desarrollo a través del sector rural. La paz y el desarrollo son transversales a todas las disciplinas del conocimiento, ‘Con la cuchara no se juega’ es el vivo ejemplo de esto. Y así como estos jóvenes se cansaron de quejarse y empezaron a actuar, todos debemos actuar y aportar nuestro grano de arena en la construcción de nuestra gran casa, Colombia.
La invitación entonces que hago es a apoyar este tipo de iniciativas, la página en Facebook de ‘Con la cuchara no se juega’ es: https://www.facebook.com/conlacucharanosejuega/?fref=ts
Bibliografía
Con la Cuchara No se Juega. (2017). Tomate de Árbol recetas que recuperan sabores de la tierra.
PNUD. (2011). Colombia rural Razones para la esperanza.