Además cada una de ellas, principalmente, presta el servicio de suministro de fruto de palma de aceite a la empresa Indupalma S.A, la cual fue constituida formalmente en 1961 con el nombre de Industrial Agraria La Palma, dedicada a la producción y comercialización de aceite de palma africana, que nace, como alternativa para enfrentar la dificultad de importar materias primas para la producción de aceites, a partir de la iniciativa de los dueños de Grasco (empresa colombiana dedicada a la producción y comercialización de aceites) (Fernández, Trujillo, & Gutiérrez, 2003). Y que debido, a las inmensas posibilidades económicas, en parte porque el “consumo mundial de aceites y grasas creció 2,6 veces (3,8% promedio anual), al pasar de 67,6 millones toneladas en 1985 a 178,3 millones toneladas en 2011; esto equivale, en términos per cápita de 14,1 a 25,6 kilos” (Aldana, 2012), decide impulsar la expansión de la frontera palmera; para ello, invitó a 300 campesinos cooperados a crear unidades autónomas empresariales, como cooperativas, microempresas y sociedades limitadas, quienes solo con sus cédulas y voluntad, se convencieron de comprar la tierra donde trabajarían como empresarios palmeros, adquiriendo 1.700 hectáreas de la Hacienda El Palmar en Sabana de Torres, Santander y 1.300 hectáreas de la Hacienda Horizonte en San Alberto, Cesar, donde han sembrado palma, mediante modelos tripartitos.
Para esto Indupalma convenció a los bancos para que les prestaran el dinero con la garantía de la tierra y de su trabajo (Rueda & Ahumada, 2013) (Indupalma S.A). De esta manera “cada campesino adquirió en su momento un derecho individual sobre 10 hectáreas productivas, que incluyen unas adicionales de bosques, carreteras y otras obras de infraestructura, bajo la figura jurídica de en común y proindiviso29. De ese número de hectáreas, se espera que 3,5 sean utilizadas para pagar las cuotas crediticias de la tierra y el cultivo, así como para satisfacer las necesidades básicas de las familias propietarias.
Así las cosas, y dependiendo de la productividad y los precios, las 6,5 restantes se convierten en su capacidad de ahorro e inversión.” (Rueda & Ahumada, 2013). Al mismo tiempo, Indupalma
“les financió las plántulas para sembrar, brindó capacitación técnica y se comprometió a comprar el fruto durante 28 años a precios de mercado.” (Rueda & Ahumada, 2013).
Donde actividades de planeación, diseño, mantenimiento y cosecha como: adecuación de tierras, siembra, plateo, podas, riego y drenaje, fertilización, corte de racimos, alce y transporte de fruto, son realizadas por los campesinos, creándose un esquema autosostenible.
De manera similar, fueron invitados y asesorados por Indupalma, campesinos antes dueños de pequeñas parcelas en la zona, quienes tenían cultivos pequeños de frutas, cereales, o ganado, para sembrar palma en sus tierras, sin abandonar actividades agrícolas complementarias. Hoy en día son Coopsabana, Coopalmag, Coopalmarés, quienes “han sido beneficiarios de MIDAS30 con la financiación de programas de asesoría en administración, técnicas agrícolas y ambientales, apoyo social a la comunidad, fortalecimiento del ser y constitución de una comisión fiduciaria.” (Indupalma S.A).
Siendo entonces, posible concluir que “para Indupalma los proyectos asociativos corresponden a la unión de varios predios y propietarios que explotan económicamente la actividad productiva; en este caso los propietarios del proyecto son los mismos dueños de la tierra” (Rueda & Ahumada, 2013).