El pez león (Pterois volitans o Pterois miles) era endémico a los mares del Sudeste Asiático hasta la década de los 90, cuando se registró por primera vez un avistamiento en las costas de Florida, EE.UU.. Algunos creen que este ‘salto’ de océano fue consecuencia del paso del huracán Andrew en 1992, el cual destruyó las instalaciones de algunos acuarios costeros en este estado norteamericano, y liberó especímenes de este pez en aguas Atlánticas. Sin embargo, la causa más probable es la liberación irresponsable de estos peces por parte de sus dueños, que los tienen como mascotas en acuarios caseros. La carencia de depredadores naturales en esta región, sumada a una altísima capacidad reproductiva, han devenido en un crecimiento exponencial de su población en el mar Caribe, donde su densidad poblacional llega a alcanzar los 250 especímenes por Km2, hasta diez veces mayor a la de su hábitat nativo en el Océano Índico.
Este dramático crecimiento poblacional ha sido a expensas del balance natural de los ecosistemas coralinos en el Caribe, ya que suele alimentarse de pequeños peces que protegen la salud de los arrecifes mediante el consumo de algas invasoras. Además de diezmar estas poblaciones de peces herbívoros, también termina afectando gravemente las poblaciones de otras especies depredadoras nativas a esta región, tales como el Pargo y el Mero. Esta capacidad destructiva del pez león se ha podido medir en diferentes estudios sobre la biodiversidad de los arrecifes coralinos caribeños, donde se ha observado que, 5 semanas después de la introducción del pez león en un nuevo ecosistema, la población de peces nativos se reduce hasta en un 80%. Sin embargo, esto no representa únicamente un problema ecológico; más de 42 millones de personas en la región Caribe son altamente dependientes de los arrecifes de coral como fuente de alimentación y sustento económico según el World Resources Institute (WRI), por lo que esta especie representa una gran amenaza a las economías de las islas caribeñas, dependientes de la pesca y el turismo acuático como motores de desarrollo.
En Colombia, esta especie se detectó por primera vez en el año 2008 en aguas del archipiélago de San Andrés y Providencia, lo que prendió las alarmas de las autoridades ambientales de los departamentos costeros. Sin embargo, su crecimiento ha sido imparable hasta el momento. Hoy en día, se reportan frecuentemente avistamientos del pez a lo largo de toda la costa Atlántica nacional y, en el archipiélago de San Andrés y Providencia, su población supera el millón de especímenes. Sin embargo, se han comenzado a implementar diversas estrategias orientadas a frenar la proliferación del pez, entre las cuales resalta la del reconocido chef Jorge Rausch, quien decidió enfrentar este problema ambiental mediante el fomento de su consumo. Es importante aclarar que, aunque las puntas de las espinas dorsales y pectorales del pez contienen un veneno que puede ser doloroso para quien entre en contacto con él bajo el agua, su carne no tiene veneno alguno, y durante su cocción éste pierde rápidamente todas sus propiedades tóxicas. Este chef preparó el pez por primera vez en una reunión del Presidente Santos con varios magnates norteamericanos y, tanto gustó el sabor del pescado, que decidió continuar ofreciéndolo en sus restaurantes, y promoverlo entre la industria gastronómica nacional. ‘’Hoy se lo hemos preparado a cualquier expresidente que se pueda imaginar, al presidente, a Ferran Adriá, hasta a Bill Clinton. El pez león es uno de los pocos problemas ambientales que tienen una solución gastronómica’’, afirma el chef colombiano. Para llevar a cabo esta iniciativa, ha contado con el apoyo de la fundación Palmarito y Parques Nacionales, además de la Clinton Foundation (a través de la empresa Acceso, la cual se comprometió a comprarlo y distribuirlo), el Grupo Éxito, y Harry Sasson.
A pesar de este gran interés por parte del sector gastronómico, existen actualmente grandes retos logísticos para distribuir la carne de este pez en todo el país, ya que al habitar los difíciles arrecifes coralinos se caza mediante el uso de arpones, lo que no permite escalar la operación lo suficiente para suplir la demanda de los restaurantes y supermercados que decidan ofrecerlo. Es por esto que iniciativas educativas como las del SENA, donde desde finales del año 2016 comenzaron a ofrecer capacitaciones en los departamentos de Bolívar, Córdoba, la Guajira, Magdalena y San Andrés a pescadores artesanales para que apliquen técnicas innovadoras en la captura de esta especie, resultan vitales para enfrentar el problema. Asimismo, es de suma importancia educar a los consumidores sobre la amenaza que representa la proliferación del pez león sobre nuestros ecosistemas, y hacerles saber que en sus manos – o más bien, sus paladares – está la solución.