La oportunidad de Colombia para seguirlos es enorme. No tanto parecen ser las probabilidades.
La Economía Verde es una de las iniciativas a las que las Naciones Unidas le ha puesto más atención en sus conferencias sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible. El concepto nace en Inglaterra hace más de 20 años y aunque se menciona varias veces en los espacios de discusión, en el 2010 es cuando de verdad se reconoce que éste puede asumir los retos y crear oportunidades de desarrollo y más beneficios para las naciones. Aunque todavía no hay una definición internacional de la Economía Verde, la UNEP la define como “una que resulta en un bienestar mejorado y equidad social, mientras significativamente se reducen los riesgos ambientales y escaseces ecológicas. Es baja en emisiones de carbono, eficiente con recursos y socialmente incluyente.”
Viendo la definición cualquiera diría que es ideal. Y el presidente Santos no se quedó atrás y en su debido momento, hace ya unos años, tocó el tema del impuesto para el carbono. Sin embargo Colombia tiene una economía cuyo crecimiento está basado en la extracción de petróleo y de carbón. Por lo tanto aún no se concreta nada de este impuesto y es muy posible que muchos luchen en contra de la medida. Y el problema más grande para nosotros es este, una enorme dependencia a los combustibles fósiles que nos pone en una situación desfavorable. Hoy en día el rendimiento del PIB nacional está estrechamente ligado a este mercado y nos obliga a tratar de explotarlo al máximo posible. Por lo tanto esta forma de medición de desarrollo como país es la primera y seguramente más grande barrera en contra de una Economía Verde.
El concepto de Crecimiento Verde es bastante más reciente y nace en Asia como alternativa para ir más allá que lo que el Desarrollo Sostenible proponía. Principalmente lo que busca es armonizar la relación entre el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. Además el concepto ha recibido una excelente acogida desde la crisis del 2008 y muchos han visto en él la solución a minimizar impactos de posibles futuras crisis. Y lo más increíble es que las mayores oportunidades y los mayores esfuerzos están enfocados en los países en desarrollo, por lo que para Colombia debería ser una prioridad. Lo importante es que el gobierno entienda que esta es la respuesta a una prosperidad en el largo plazo. Mientras que la economía a la que le estamos apostando solo nos dará una prosperidad de corto plazo. Y es que nuestro país es vulnerable a una cantidad de amenazas que van desde la explotación de recursos sin control para vender a otros países, hasta la falta de acceso a la comida, el agua, la energía y la infraestructura para los ciudadanos.
Por ahora es muy importante que aprendamos como país de los errores cometidos por los países desarrollados y que hoy están tratando de solucionar. Hay que saltarnos ese error y eso solo sucederá si el gobierno y el pueblo entiende que es un problema potencial y que se puede actuar ahora para prevenirlo. Para eso hay que mostrar todos los beneficios que iniciativas como la Economía Verde, el Crecimiento Verde y el Desarrollo Bajo en Carbono pueden aportarnos. Mientras enfoquemos nuestros esfuerzos en sacar la mayor cantidad de hidrocarburos posibles y medir de esta forma nuestro “progreso”, creo que estamos equivocándonos. Tristemente estos ingresos son los que llenan el presupuesto del país para financiar desde la guerra hasta la educación.