El objetivo es darle a la planta mayor profundidad de tierra para que las raíces de ésta puedan crecer y, por lo tanto, la planta consiga continuar con su desarrollo. Los espacios de los semilleros son muy pequeños y no le dan el sustento que necesita para completar su crecimiento, aclaro que las bolsas no son el lugar definitivo simplemente son el puente entre el semillero y el sitio final y tampoco son un paso obligatorio ya que es debatible si aporta al bienestar de la planta.
Dado que vivo en Bogotá, viajé un martes por la tarde y volví en la noche para hacer los trasplantes, debido a que los tallos en mi semillero ya estaban demasiado grandes y necesitaban ser trasplantados urgentemente. Llegué alrededor de las 4:00 pm a mi huerta y la actividad me tomó entre 4 y 5 horas, empecé por consultarle a una persona con más experiencia cómo debía proceder y esté me indico que debía primero regar con un poco de agua los semilleros para que la tierra no se fuera a desmoronar en el proceso. Si los tallos quedaban al aire cuando la pusiera en el nuevo lugar la planta desfallecería, también consulté en internet y recomendaban presionar las paredes del semillero para compactar el cubito de tierra y facilitar el cambio de lugar.
Teniendo estas recomendaciones en mente, inicié por trasplantar las arvejas y las habichuelas ya que eran los tallos más grandes en mi semillero. Fue sorprendentemente fácil ya que las raíces de estas plantas se situaron alrededor de la tierra abrazándola y formando y cubo bastante compacto y fácil de transportar. Me habría encantado que todo continuara igual de fácil, pero no, continuando con otras plantas, que no he podido identificar debido al incidente de la tinta corrida (con las cuales tenemos actualmente una apuesta familiar donde yo digo que son tomates), todo se volvió un caos. A pesar que humedecí la tierra y la compacté muchas murieron en mi intento de pasarlas a las bolsas de jardinería que previamente había llenado con tierra, humedecido y había hecho un hueco superficial con una cuchara para poner la tacita de tierra con el tallo. La tierra se desmoronaba con extremada facilidad y yo comenzaba a estresarme con la situación, después del éxito con las arvejas y las habichuelas pensé que todo sería igual de fácil y como tenia afán de terminar para no regresar muy tarde a Bogotá mis movimientos eran toscos, tuve que respirar, calmarme y volver delicados mis movimientos para evitar continuar con la masacre de mis plántulas.
Continué y con cada una fui entendiendo un poco mejor el método. Los semilleros tienen en cada cubículo un orificio circular en el fondo para permitir que el agua no se estanque, entonces lo primero es humedecer un poco, ¡sólo un poco! porque si se pone demasiada agua se vuelve lodo y todo es peor que antes, créanme ya me sucedió. Luego proseguía presionando un poco las paredes del cubito a sacar y para sacarlo con mayor facilidad con mis dedos empujaba la tierra por el orificio del fondo y ¡taran! sale completa la tasita de tierra, después de múltiples intentos fallidos este fue el método al que llegué después de unos 60 trasplantes.
A decir verdad, encuentro este trasplante a la bolsa bastante laborioso por lo que en la próxima siembra intentaré un método de siembra directo para así ensayar y ver si es posible ahorrarse este paso que decidí implementar dada la recomendación de personas con mayor experiencia. Según dicen crecer en la bolsa vuelve fuerte a la planta y le permite sobrevivir mejor en el lugar final que es más amplio y compartido con otras plantas de la misma o diferentes variedades.
El siguiente paso de la huerta fue el trasplante de las bolsas de jardinería a las camas elevada que sería el lugar definitivo de crecimiento para mis plantas, por lo tanto, en el próximo articulo les contare como me fue con el otro trasplante.