Decíamos que entre las exigencias de la esperanza se hallan la veracidad y la humildad. Que hasta ahora no se hallan presentes en las negociaciones. Afirmar que la guerrilla es ‘víctima’ es desconcertante, por decir lo menos. Que no tienen relación con el narcotráfico, lo es aún más. Que no tienen secuestrados deberán demostrarlo. Y esto en medio de un intencionado y vociferado desprestigio del Ejército, lleva a la desconstrucción de la esperanza y hallarnos lejos de la invitación que hacía un articulista, ex-guerrillero salvadoreño: “..si los colombianos son capaces de alcanzar la paz sin duda serán los abanderados de la esperanza en el planeta.”
Concluíamos las tres entregas, en ese entonces, alertando que: las partes debían reconsiderar sus arrogancias, ni las armas sirven ya para tomarse el Estado, ni la humillación de quienes lo han servido hasta entregar sus vidas, facilita el proceso.
Unos meses después lo que viene revelándose es una situación de oportunismo y desaliento. Términos alrededor de los cuales existen definiciones precisas y no multitud de acepciones como, en cambio, sí existen sobre ‘la paz’.
Oportunismo lo define la Real Academia Española como: “Actitud o conducta sociopolítica, económica, etc., que prescinde en cierta medida de los principios fundamentales, tomando en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar.” Y también como: “Actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones.”
Si la primera acepción describe bien la acción del gobierno actual, la segunda describe bien la acción de las FARC. Un “principio fundamental” para el primero sería la veracidad que lleva a distinguir entre quienes ejercen el sano e indispensable oficio de la ‘política’ y quienes ‘politiquean’. Esto último acaba de revelarse con el levantamiento de órdenes de captura a cabecillas de las FARC desde hace 5 meses, sin que lo conocieran los ciudadanos.
Y, a su vez, “obtener el máximo beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones.” “Beneficio” para el caso de las FARC, queda subrepticiamente demostrado con la eliminación de las fumigaciones con glifosato.
Fumigaciones que han debido suspenderse hace mucho tiempo, caen bien ahora como elemento de negociación, ya que el más sofisticado cartel tendrá a su haber no sólo poder desplazarse a sus anchas en las zonas de reserva campesina, sino poder hacerlo sin el estorbo de los químicos.
Marcha del 4 de febrero, fecha en que Colombia y el mundo salió a rechazar a las FARC. Foto de Carlos Julio Martínez en El Universal.
“Sin tener en cuenta principios ni convicciones”, significa que la marcha del 4 de febrero del 2008 convocada por las redes sociales y que sorpresivamente reunió cientos de miles de personas no solo en Colombia sino en varios países, tiene sin cuidado a las FARC. La diferencia entre aquella marcha y las actuales por “la paz”, es que aquella sí es una convicción, éstas, en cambio, son todas orquestadas.
En marzo del 2011 a espaldas del país, se iniciaron los primeros acercamientos entre las partes en algún lugar de la frontera venezolana. El 5 de septiembre del 2012 se dio a conocer al país la iniciación de conversaciones en la Habana. Y, desde entonces, se halla en vilo la esperanza.