Son bien conocidos algunos de los beneficios ambientales que ofrece la utilización de combustibles renovables, como, “la facilidad con la que se biodegrada (alrededor de 21 días), por lo que, en caso de un derrame o accidente, no contaminará ni el suelo ni el ecosistema a su alrededor. Además, no es peligroso, debido a que su punto de inflamación se encuentra por encima de los 110°C. Por sus propiedades lubricantes es un buen aditivo que reduce el desgaste del motor de los vehículos, característica que se suma a que su poder detergente hace que los sistemas de inyección se mantengan limpios. Además, el biodiesel merma las emisiones de hollín, produce menor cantidad de CO2 durante su combustión, y a diferencia de los hidrocarburos, no contiene benceno u otras sustancias cancerígenas o contaminantes que favorecen la aparición de enfermedades respiratorias.” (Rueda & Marlyn, 2013).
Sin embargo, han surgido a lo largo del tiempo, cuestionamientos, pues “hoy en día, la mayor parte de producción se expande a modo de monocultivo de escala-industrial, imponiendo significativos riesgos ambientales, así como también impactos en las sociedades locales, particularmente, a las personas con limitadas capacidades económicas.” (Colchester 2010). Evidenciándose en el cambio de uso de la tierra, “analizándose desde dos perspectivas: por un lado, aquella que corresponde al uso directo, que no es más que las emisiones producidas por las materias primas cuando se cultivan en terrenos que antes eran utilizados para otros fines; por otro lado, los cambios que ocurren cuando hay desplazamientos de cultivos de una zona a otra, afectando principalmente bosques.” (Rueda & Marlyn, 2013).
El proceso de producción de palma de aceite trae como consecuencia “la tendencia a reducir el agua fresca y la calidad de la tierra, y adversamente afecta las comunidades locales que son dependientes de los productos del ecosistema (tales como la comida y medicinas), y servicios de los ecosistemas (tales como el ciclo hidrológico y protección de la tierra) provisto por los bosques” (Fitzherbert and others 2008). Así como también, “puede ser una forma de barrera impermeable a especies migratorias y resulta en una gran susceptibilidad de enfermedades de plantas (como la de la pudrición del cogollo, marchitez sorpresiva, que actualmente azota varios cultivos del País). La conversión de bosques naturales, incrementa la fragmentación del hábitat y pérdida de biodiversidad. Los efectos de bordes9 abióticos, incluye vulnerabilidad al viento, desertificación y ocurrencia de incendios.” (Danielsen and others 2009). Esta afectación de bosques, por ejemplo, “se ha dado en reconocidas zonas de valiosa biodiversidad, donde el cultivo se ha implantado a costa de especies de la Isla de Borneo, como el orangután, el oso malayo y otros, y del bosque húmedo y la selva tropical” (Rueda & Marlyn, 2013).
Por lo cual es necesario, entre otras cosas, “utilizar tecnologías eficientes para su fabricación, armonizar internacionalmente las normas obligatorias de sostenibilidad para su producción, y facilitar la colaboración global para la transferencia de tecnología y el desarrollo de capacidades.” (Rueda & Marlyn, 2013), de lo contrario, el “biodiesel a partir de palma de aceite que es usado como una alternativa baja en carbón, diferente a la gasolina, frecuentemente, contribuye mucho más en emisiones de GEI10 a la atmosfera cuando las plantaciones de palma de aceite son establecidas por deforestación.” (Menichetti and Otto 2009; World Bank 2010) (“aunque la discusión radica en la dificultad que existe para realizar una medición real y soportada, de los GEI generados” (Rueda & Marlyn, 2013).
Es así, que finalmente, empresas como “Cargill, Unilever, BodyShop, Marks&Spencer, Mars, Co-op, Tesco, Asda, Nestlé, Procter & Gamble, Mc Donalds, y otras, se comprometieron a utilizar a partir de 2015 únicamente aceite de palma que fuera certificado como sostenible.” (Rueda & Marlyn, 2013).