Es un mundo que para entenderlo toca leer, conocer al toro en el campo, ir a las plazas y aun así sería complicado decir que se conoce este mundo en su totalidad. Esto se debe a que su mística recae en la efimeridad de una corrida. A diferencia de un cantante, o un pintor, que puedan practicar sus obras muchas veces, repintarlas, tener más conciertos etc, el toro y el torero solo se van a encontrar una vez en su vida, por lo cual lo que suceda entre esas dos partes va a ser único e irrepetible, y de cierta forma es como si un músico creara y expusiera una canción frente a un público, todo en una primera y única vez. Este misticismo y romanticismo fue lo que me cautivó profundamente del mundo de los toros.
Como a muchas de las personas que son taurinas,el tema me empezó a gustar porque mi abuelo paterno me inculcó el gusto y me llevó a una que otra corrida. Por otro lado, al haber sido criado en finca, aspectos de la lidia de un toro, como su muerte, no me parecían fuertes puesto que mucha de la crudeza que se ve en una plaza, de una forma u otra se aprecia en las labores de campo, siendo el sacrificio de animales su referente máximo.
La afición que me había sido inculcada se mantuvo pequeña por muchos años, pero fue cuando cerraron la plaza de toros de la Santa María de forma arbitraria que empezó a crecer la afición. En este periodo durante el cual estuvo cerrada la plaza fui cultivando amistades taurinas, lo cual me llevó a la creación de un circulo de representación estudiantil dentro de la Universidad de los Andes llamada “Taurinos Uniandes”. Con este grupo de universitarios taurinos organizamos tertulias donde veíamos videos de corridas de las mejores ferias de España, y logramos organizar una multitudinaria becerrada de jóvenes universitarios para que tuvieran un primer acercamiento a este mundo lidiando unas becerras.
La pasión siguió creciendo y conocí a José María Serna, egresado de Los Andes de la Facultad de Derecho, quien mi juicio es uno de los mejores aficionados taurinos que conozco. El me invitaría a realizar dos corridas de toros, que denominamos la Corrida de la Independencia y una feria taurina en el municipio de Lenguazaque, Cundinamarca. Estas experiencias fueron las que me permitieron vincularme de forma directa al mundo del toro, esta vez como empresario taurino. Ahí, tuve la oportunidad de conocer toreros, ganaderos, subalternos, periodistas y diversas personas del mundo del toro que hacen que este sea un universo sumamente diverso y entretenido. Y buena parte de la fiesta taurina son sus aficionados, porque bajo mi experiencia me he encontrado con aficionados con los cuales ni compartimos orientaciones políticas, ni orígenes similares, etc. Lo único que compartimos es nuestro gusto por las corridas de toros.
Este mundo de los toros me ha llevado por muchas facetas, desde un simple aficionado, hasta liderar un grupo de aficionados, a empresario taurino y en ocasiones me ha llevado a la plaza de Bolívar y al Capitolio Nacional para protestar en favor de las corridas de toros. Desde conocer todo tipo de personas e historias increíbles, hasta conocer ganaderías que quedan en los lugares más escondidos de nuestro territorio. El objetivo mío es generar una serie de artículos que narre esas experiencias mías con el mundo del toro. De esta forma lograr unos artículos que expliquen este mundo lleno de misticismos que han llevado a su incomprensión.