En este espacio de secretismo frente al mundo, se crían con todos los cuidados y amor del mundo los próximos toros que saldrán a la plaza. Debido al velo que existe a esta parte de la fiesta brava, solo los conocedores y verdaderos amantes del toro bravo conocen los secretos que se guardan en los campos.
El objeto de este artículo y su segunda parte es revelar un poco este mundo, comenzando desde la primera selección genética que se hizo para dar con una raza de toro que fuera brava, hasta llegar a el campo bravo de hoy y como se prepara y se cría un buen toro para la corrida.
La tarea de ser ganadero de toros bravos no es nada fácil. Comenzando porque no es un negocio rentable, puesto que, como menciona Álvaro Domecq en su libro “El toro bravo”, si un ganadero se sentara a hacer las cuentas de la ganadería se daría cuenta de cuánta plata pierde año a año, en el mejor de los casos no perder plata pero no ganar. Teniendo esto en cuenta, aquella persona que cría toros bravos, lo hace única y exclusivamente por la pasión y el amor que le tiene al animal y lo que él representa. De lo contrario no habría justificación para el cuantioso esfuerzo económico y en tiempo.
La tarea del ganadero con cada toro dura cinco años, desde el momento en que nace, hasta que ya puede salir a la plaza. En este transcurso de tiempo ocurren un sinfín de tareas de campo enmarcadas en un mundo lleno de tradición. Todo empieza con el nacimiento del becerro. En este instante el ganadero, el mayoral y los vaqueros de la finca hacen un esfuerzo para identificar cual vaca acaba de parir al becerro para llevar así un registro genealógico de cada animal. Esta tarea de identificar cual ha sido la vaca que acaba de dar a luz no es nada sencillo. En primer lugar, porque muchas vacas esconden a sus becerros de los vaqueros y en segundo lugar porque la vaca se encuentra en su estado más peligroso, pues intentará defender a su cría a capa y espada de cualquier intruso que se acerque. Es labor de los hombres de campo poder separar al becerro de su madre, para poder hacer un corte en su oreja que permita identificarlo.
El tiempo corre dentro de la ganadería y es necesario separar a la madre del becerro, puesto que se necesita que el becerro empiece a comer y desarrollarse más y, por otro lado, volver a juntar las vacas con los sementales de la ganadería para su reproducción. En esta tarea se utilizan los corrales de la finca para accionar diversas puertas por las cuales van pasando los becerros y dejando atrás a sus madres y lograr separarlos definitivamente. Los becerros salen por un lado hacia unos potreros, donde los esperan los bueyes, y las madres para otro cercado. Cabe de resaltar el papel del buey dentro de una ganadería, puesto que desde que nace un becerro hasta que se monta en el camión para ser llevado a la plaza, serán siempre acompañados por bueyes mansos, que los vaqueros utilizan para poder guiar a los bueyes y el toro bravo al haber estado apadrinado por los bueyes desde pequeño los seguirá a todas partes.
Después de esto, los becerros, que en el argot taurino se les llama añojos por tener un año, pasan a ser erales, es decir que cumplieron dos años. En este tiempo a los pequeños erales se les realiza la herranza. La herranza es una tarea de campo en la cual con fogatas de leña se calientan hierros con el número cero hasta el nueve y el hierro propio de la ganadería con el fin de marcar en caliente los animales y de esa forma poder distinguirlos y manejar un registro adecuado en los libros de la ganadería.
Desde que los toros tienen dos años hasta que cumplen cinco años transcurre un tiempo de preparación, engorde y adecuación del ganado. Todas estas tareas de campo se realizan de forma pausada, sin afanes, puesto que por el temperamento de los animales cualquier inquietud podrá ocasionar una arrancada de un toro hacia los vaqueros.
En este tiempo los hombres del campo bravo se encargan de vacunar a sus toros, de darles comida diariamente, de curar sus heridas que se hayan producido peleándose entre ellos mismos. Buscan también mover y hacer caminar los toros, para que desarrollen un buen estado físico, ya que de una forma u otra el toro también es un atleta y debe aguantar toda la faena. Y dentro de las tareas más peligrosas que se ven en el campo bravo es la de separar las peleas entre toros.
¿Por qué pelea el toro? Por varios motivos. Pelean para establecer jerarquías dentro de la camada, también pelean cuando se introduce otro toro al cercado donde se encuentra la manada, pelean cuando están estresados o no han comido. Muchas de estas peleas se resuelven con unas simples demostraciones de fuerza entre los toros, pero en ciertos casos las peleas pasan a otro nivel donde los toros pelean hasta la muerte. En estos casos, los vaqueros y el mayoral arriesgan sus vidas al intentar separar la pelea ya sea llamando la atención de los toros montados a caballo, utilizando perros o en ciertos casos su mismo cuerpo para evitar la tragedia. Muchos han sido los hombres de campo que en dicha tarea se han llevado corneadas de los toros e inclusive a punto de quedar lisiados o morir en el peor de los casos. Todo ese sacrifico en harás de ver vivir a los toros que han criado con tanto esmero.
Transcurre el tiempo y el ganadero es contactado para vender sus toros a diferentes plazas. En ese momento el ganadero con su conocimiento de la misma ganadería, del comportamiento de sus toros y el aspecto físico de cada toro, vende y manda sus toros a las plazas que según su criterio correspondan y encajen mejor con unos u otros toros.
En una última faena campera, los vaqueros, el mayoral y el ganadero corren a los toros con los bueyes por los potreros de la finca rumbo hacia los corrales, donde entran los toros como lo hicieron cuando eran pequeños y con el mismo sistema de puertas que algún día fueron separados de sus madres, serán separados de los bueyes y serán embarcados al camión que los llevará a la plaza para ser lidiados.
Cinco años han pasado desde que naciera aquel becerro que se transformaría en toro. En el momento que salgan los toros al ruedo, el ganadero, el mayoral y los vaqueros verán el resultado de su trabajo de cinco años. Podrán ver si las decisiones que tomaron de cruzar tal vaca con ese toro obtuvieron el resultado deseado o no. En tres horas que dura la corrida, se juzgarán los cinco años de trabajo del ganadero, si es abucheado y reprimido por los tendidos de la plaza o si sus toros son aplaudidos por los aficionados y en el mejor de los casos, algún toro que sea indultado para volver a los campos y disfrutar la vida como semental.